El adió de ETA tuvo ayer dos escenarios distantes y con diferencias marcadas. En la localidad francesa de Cambo-le-Bains una amplia delegación internacional pidió la búsqueda de una "solución global, justa y duradera" para el País Vasco, en un acto sin representación institucional, arropado por la amplia presencia de todos los sectores abertzales y sin mención alguna a las víctimas del conflicto. Horas después, en el Señorío de Bértiz, en Navarra, la presidenta de la comunidad, Uxue Barkos, y el lehendakari vasco Iñigo Urkullu defendieron el "reconocimiento y reparación de todas las víctimas de terrorismo" y un "consenso sobre adaptación de la política penitenciaria".

Un grupo de personalidades políticas internacionales sirvió ayer para realzar la despedida de la banda terrorista . A la cumbre, organizada por el Grupo Internacional de Contacto (GIC), el Foro Social Permanente y la asociación vascofrancesa Bake Bidea, acudieron el expresidente del Sinn Fein Gerry Adams; el exjefe de Gobierno irlandés Bertie Ahern; el exasesor del primer ministro británico Tony Blair, Jonathan Powell; el fundador del Partido de la Revolución de México, Cuauhtemoc Cárdenas, y el exdirector del Fondo Monetario Internacional Michel Camdessus. Como invitados asistieron representantes de los partidos vascos PNV, EH Bildu y Podemos, los sindicatos ELA, LAB y UGT y numerosas organizaciones sociales vascas de ambos lados de la frontera. La "Declaración de Arnaga", el tercer documento que en menos de un mes genera la despedida de la banda terrorista, saluda el fin de ETA y llama a la "reconciliación" en un País Vasco en el que todavía falta una "solución global, justa y duradera".

El presidente de PNV, Andoni Ortuzar, uno de los asistentes al acto, celebró el "fin de la pesadilla" de ETA, preguntándose "de qué ha servido" su trayectoria y tuvo un recuerdo para las víctimas de la banda.

El secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, también presente en el acto, advierte que queda por resolver "un conflicto que es anterior a ETA". "Este país tiene derecho a la paz, la libertad, a ser lo que queramos ser y lo queremos hacer desde posiciones de paz y democráticas", subrayó Otegi.

Conscientes del "carácter histórico" de la declaración de ETA, los gobiernos vasco y navarro asumieron ayer una serie de compromisos para "consolidar la convivencia", entre ellos la "consolidación de una memoria plural y compartida", el "reconocimiento y reparación de todas las víctimas de terrorismo" y la búsqueda de un "consenso sobre adaptación de la política penitenciaria". Para esto último, ambos ejecutivos promoverán un grupo de trabajo, en el que esperan integrar al Gobiro central, y cuyo objetivo será que los presos etarras cumplan sus penas en cárceles "próximas a sus lugares de residencia". Defienden además una "política de reinserción" con "itinerarios viables cuando el riesgo de reincidencia ha desaparecido fehacientemente y definitivamente".

El lehendakari, Iñigo Urkullu, sostuvo que "las víctimas son sujeto y partícipe principal del logro democrático" del fin de ETA. "Queda la memoria del injusto daño generado", señaló Urkullu, quien reprochó a ETA que no haya sido capaz de hacer "una rectificación dirigida a todas las víctimas".

Tras el anuncio de disolución de ETA varios municipios del País Vasco Euskadi, entre ellos las tres capitales, amanecieron con pintadas de agradecimiento a la banda terrorista, denunciadas por los ayuntamientos.