Entrevista

Javier Lambán: "No tengo odio ni animadversión por Sánchez, solo discrepancia política"

El expresidente de Aragón ha concedido una entrevista con motivo de la publicación de su libro de memorias, 'Una emoción política'

El secretario general del PSOE en Aragón, Javier Lambán, en la sede del partido antes de la entrevista.

El secretario general del PSOE en Aragón, Javier Lambán, en la sede del partido antes de la entrevista. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio H. Valgañón

Dice que ha escrito el libro en medio año, que por el camino se ha dejado alguna información y se ha guardado varios secretos. El expresidente aragonés Javier Lambán se mantiene en la primera plana con unas memorias, 'Una emoción política', que suenan a despedida, a fin de etapa política. Promete seguir al pie del cañón, en otros ámbitos y pese a que las enfermedades no le den tregua. No clama venganza contra Pedro Sánchez ni contra otros nombres, pero no niega su análisis más ácido y personal en un momento de zozobra socialista. 

-¿‘Una emoción política’ son unas memorias? Hay planteamientos políticos de cara a futuro…

-El mismo día de las elecciones ya pensé en escribir algo así. Lo que pasa es que mi primera intención era hacer una especie de crónica reposada de mis ocho años de gobierno. Cuando la editorial me propuso hacer unas memorias, yo pensaba que no tenía futuro un libro de un político de provincia. Las he escrito entre septiembre y febrero, pero me he empleado a fondo. Hacerlo de una manera tan inmediata tiene ventajas, como hacer una valoración en caliente de la situación y poder hacer un análisis de pasado, presente y futuro, dando mi opinión sobre la política española y pudiendo convertir el libro en un elemento de militancia de lo que va a ser mi vida a partir de ahora.

-¿Lo habría escrito si hubiera ganado las elecciones?

-No habría tenido tiempo ni para escribir diez páginas.

-Los dos capítulos sobre su Gobierno son los más extensos. ¿De qué se siente especialmente orgulloso?

-Para mí, historia y política siempre van vinculadas. La emoción política, en la que rindo homenaje a Azaña, es la aplicación de los talentos y saberes de un individuo. Creo que recuperar los servicios públicos, muy importantes en este momento de ataque de los populismos; ser capaces de generar un ecosistema económico proclive a las inversiones que no dejan de llegar; y dar pasos de gigante en definir el papel de Aragón en España o las vías de participación en la gobernanza nacional. Y sobre todo, la capacidad de acuerdo y pacto en un cuatripartito por el que nadie daba un duro.

-Recalca que lo ha escrito sin notas ni repaso. ¿Qué recuerdos disfrutó más?

-Donde vive uno a los 18 años se queda como la etapa más maravillosa de su vida. Si eso ocurre en la Barcelona de los años 70, es una experiencia enriquecedora y maravillosa, todo un privilegio. Mi etapa universitaria estuvo tan dedicada a la política, cultura y disfrute de la vida que no dediqué demasiado al estudio, algo que he enmendado luego. Todo ello fue visto por un muchacho nacido en el medio rural profundo, con una infancia caracterizada por la austeridad y con el ejemplo de unos padres que se mataron a trabajar. Creo que todo ello me imprimió carácter a una generación que reivindico, que llegó tarde a la Transición primera y que, maldita sea, llega demasiado pronto a la Transición segunda. La falta de perspectiva hace que muchos jóvenes no valoren todo lo conseguido en 1977.

-No se parece su relación con Cataluña en esa juventud a la de ahora.

-Ha sido una comunidad muy importante. No me quieren los independentistas pero hay otros sectores que sí me quieren. No carecería de amigos si me tuviera que ir a vivir a Barcelona. Hay gente en Cataluña que ha protagonziado momentos esplendorosos, como la manifestación de la Sociedad Civil Catalana. Hago referencia a Josep Borrell, con el que coincido en muchas opiniones.

-¿Qué fecha tiene esa Transición segunda?

-España fue capaz de hacer una transición a la democracia que dejó al mundo con la boca abierta porque rozó la perfección. PP y PSOE han dejado de estar en la centralidad y desde 2015 no hay Gobiernos que afronten las reformas que necesita el país. Sánchez optó por la vía de la alianza con gente que no cree en España y pretende destruirla, lo que ha significado una serie de quebrantos importantes para la democracia liberal. El PP está condicionado con Vox y es siempre contrario a cualquier reforma. La relación de dos partidos que no son capaces de pactar y están sometidos a la radicalidad de sus socios ha hecho que las reformas sean imposibles y que este país retroceda a pasos agigantados. Visto que ni PP ni PSOE van a afrontar esa transición, espero que haya una reacción cívica.

-No parece que la reacción cívica esté muy cerca. Usted critica el cesarismo de los partidos y que la militancia es cada vez menos activa.

-El cesarismo va ganando terreno en todos los partidos. Si creemos en la separación de poderes, en nuestra propia organización tenemos que reflejar ese sistema. Hoy estoy más cerca de la reacción cívica que de la reacción política, por ese próximo abandono de cargos.

-¿Quiere decir que dejará el acta en el Senado antes de acabar la legislatura?

-Pondré mi cargo de senador autonómico a disposición de esa nueva dirección regional.

-Defiende la democracia interna de las formaciones pero se muestra contrario siempre a las primarias de los partidos.

-Quiero que el presidente o secretario general tenga órganos de control que puedan incluso destituirlo, como en su día los hubo.

-¿Cómo ve al PSOE de hoy, al liderado por Pedro Sánchez? Se le nota nostálgico de la época de González y Guerra.

-La de Felipe es la edad de oro del socialismo español. Había gente que esperaba que este libro fuera una revancha contra Sánchez. Mi relación con él no es de odio ni animadversión, es una relación de importante discrepancia política. Desde la moderación, no dejo de contar las cosas tal y cómo las he visto. Cuento lo ocurrido aquel 1 de octubre en 2016, en aquel comité. Pero en general nadie se va a llevar a engaño, porque es lo que he venido diciendo en los últimos años.

-Aquel Congreso fue el de “Pedro, ya no eres secretario general”. ¿Cómo se salva a un partido que se está muriendo?

-Se salvó y ha ganado elecciones. Aquellos días llegué a pensar que el partido se iba por el desagüe de la historia, pero el PSOE ha sobrevivido aunque no de la manera que me hubiera gustado.

-De la actualidad, solo salva a Emiliango García Page. ¿Cómo se vive en soledad dentro del partido?

-Si yo contara las complicidades que me hacen llegar, se quedarían asombrados. Son tan discretas que no puedo desvelarlo. He estado en comités federales en los que he dado mi opinión, ha habido un silencio y una cerrazón absoluta en la sala. No he triunfado pero el teléfono quemaba con mensajes: "Muy bien, Javier".

-¿Se ha callado mucho?

-Uno solo es dueño de lo que dice y lo que calla, no es leal apropiarse de lo que dicen y callan los demás.

-También hay hueco para la crisis del PSOE aragonés antes de la llegada de Marcelino. ¿Teme que el PSOE Aragón vuela a ser Beirut con su sucesión?

-Espero que no. No sé en qué términos se producirá, pero hasta donde yo pueda espero que se produzca en términos esctricamente democráticos y pacíficos.

-Se hizo adulto en Cataluña y cerrará su etapa política vinculado a la ley de amnistía. ¿Qué votará en el Senado?

-No se lo puedo decir. 

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