Nadia HEVIA

El Llano se convierte hoy en el barrio sidrero de Gijón. Pese a que la tradición -y las promociones- apuntaban a otras zonas como la «cuna» de la sidra, los chigreros de El Llano se han puesto manos a la obra para, ante todo, defender y potenciar el barrio y convertir su gastronomía en una alternativa al turismo gijonés.

Fue hace una semana cuando se presentó en sociedad El Barrio de la Sidra, una asociación de ocho locales en la que la bebida protagonista se sirve en zona verde y escanciada por camareros. Nada de nuevas tecnologías. Los clientes tienen la posibilidad de elegir entre varios palos. Como mínimo, cada bar tiene dos -uno de denominación de origen- y el objetivo es alcanzar quince distintos entre todos. Algo importante son los pinchos, y en abundancia. Ayer tuvo lugar la inauguración.

José Manuel Roque, de La Pumarada, lleva diez años ya al frente del negocio. El objetivo de la asociación es el de «potenciar la sidra y darle más auge a las sidrerías, no sólo entre los vecinos de El Llano». Próxima al centro de la ciudad, la zona es una de las más pobladas de la villa y con una mayor número de sidrerías. Los hosteleros persiguen que cada una de ellas -o todas en general- «sean un punto de encuentro».

El cliente siempre tiene la razón. Y si no, que se lo digan a Arturo Suárez, propietario de La Esquina. «Queremos satisfacer el gusto de todos y no estar casados siempre con el mismo lagar». asegura. «Si a un cliente no le gusta una sidra, puede pedir otra». Si ésta tampoco le satisface, «sabe que a la semana siguiente tendremos la que le gusta». Los chigreros de El Llano apuestan por trasladar la «ruta sidrera» desde el centro de la ciudad al barrio. Y la clientela fija lo agradece. Y los vecinos del resto de Gijón, también. La asociación busca crear «un buen ambiente», como señala Antonio J. Alves, de «La Xana», y «que la gente se marche contenta por el servicio y los productos», como apunta Pili Balbuena de «La Tropical». Ella es la novata del barrio y de la asociación, por lo que tiene una mezcla de «ilusión y nervios» ante la puesta en marcha de la iniciativa.

Santos Pomares -buen nombre y apellido- es el presidente de la asociación. Desde su Parrilla Antonio coordina el cotarro. Además de la sidra de distintas marcas y de los palos ganadores de los certámenes de mayor categoría, asegura que se impulsará «la degustación de productos asturianos» . Los clientes podrán disfrutar de una fabada siempre que quieran. Los clientes a los que más hay que cuidar son «los consumidores clásicos y la juventud, que poco a poco va entendiendo de sidra y son consumidores más exigentes pero más tolerantes».

En Casa César los clientes están encantados. César Bouza, su propietario, piensa que el barrio está un poco olvidado y en él «habrá la mejor sidra de Asturias». A pocos metros, la sidrería Boal II ya anuncia lo que le espera al cliente. «¡Que corra la sidra!», reza en su cartel del menú. En medio de esta euforia. Begoña Paleo, de El Llabiegu, anuncia que «no es sólo hoy, vamos a estar ahí».