M. SUÁREZ

Aida Fernández terminó la Enseñanza Secundaria Obligatoria (la ESO) y, entonces, anunció en casa que iba a dejar los estudios. Lo cierto es que ella siempre quiso ser peluquera y, si aguantó en el instituto, «fue por mis padres y porque era consciente de que hay que tener una preparación mínima; nunca sabes lo que puede pasarte el día de mañana».

Acaba de cumplir 24 años y, a día de hoy, es dueña de una peluquería en el interior del centro comercial Los Fresnos. Se hizo cargo del negocio -que forma parte de una cadena multinacional- el 1 de septiembre de 2006, después de haber estado trabajando dos años para la firma. Un salto que le ha hecho pensar en la posibilidad de reanudar sus estudios.

«Me da mucha pereza, pero no me vendría mal, ahora que tengo una empresa, terminar el Bachillerato y hacer algo de gestión o marketing. Hay que pensar en el futuro y yo no querría estancarme», señala Aida, en uno de los pocos respiros que se toma al día. Su peluquería da trabajo a seis personas, aparte de ella, y realiza unos 1.500 peinados al mes. Lo que la mantiene ocupada de 10.00 a 12.00 y de 18.00 a 22.00 horas. Eso, si no hay apuros ni papeleo que resolver; en caso contrario, la jornada se prolonga.

De todas formas su balance hasta la fecha es muy positivo. «Estoy muy contenta», dice. Por fin, ha podido comprarse coche. El que tenía se lo regaló su tía a los 19 años, cuando sacó el carné de conducir, y ya era más viejo que la tana. En ese turismo de segunda mano, Aida fue durante un tiempo por las casas de Caldones «peinando y haciendo permanentes». Un trabajo que le sirvió para salir del paso y adquirir experiencia.

Se «licenció» como peluquera hace cuatro años y, hasta que consiguió cierta estabilidad laboral, transcurrieron casi dos. Pero Aida Fernández había dejado el instituto «para ganarme la vida», así que no desaprovechó ninguna ocasión. «Incluso trabajé de azafata de congresos mientras me salía algo de peluquería», apunta. A día de hoy, asegura no arrepentirse de haber abandonado el instituto. «Mira, la mayoría de los que estudiamos un oficio estamos trabajando en ello y los que tiraron por una carrera, no todos», alega.