R. VALLE

Fue Jovellanos, parece inimaginable que pudiera ser otra persona, la primera autoridad gijonesa que tuvo conciencia de la trascendencia que para una villa en crecimiento tiene dejar espacios que se puedan convertir en refugios de la naturaleza dentro de un casco urbano hecho de piedra.

Gaspar Melchor de Jovellanos fue el primero en pensar en parques y en hablar de colocar árboles en las calles de su Gijón. Y también fue el primero en ponerse manos a la obra para conseguirlo. Sin embargo, mucho tiempo y filosofías medioambientales bien distintas transcurren desde ese plan de mejoras de 1872 donde el prócer gijonés planificaba la plantación de arbolado en el centro urbano y creaba una red de paseos con eje en la llamada Luneta de la Estrella, en El Humedal, a este presente lleno de metros cuadrados verdes donde se acaba de abrir al tránsito la primera parte del parque fluvial del Piles y donde el diseño de una renovada avenida de Portugal concede especial protagonismo a un pequeño bosque en una rotonda y al arbolado que dará vida a la medianera de la calle. Son sólo dos ejemplos.

El actual gobierno municipal presume desde hace tiempo del verde de Gijón como el resultado de una reconquista realizada durante la etapa democrática y como aval de la sintonía de la ciudad con las nuevas políticas de sostenibilidad que marcan las agendas de todas las autoridades del mundo. Y para convencer a los más incrédulos, ofrece listados y listados de cifras.

Según los datos oficiales, Gijón tiene más de dos millones y medio de metros cuadrados de superficie ajardinada en la zona urbana con unos cincuenta parques, otros 336.100 metros cuadrados de verde en sus cinco parques periurbanos, y más de cuatro millones en los parques forestales, donde el monte Deva es la joya de la corona.

No hay que olvidarse de los 50 kilómetros de sendas verdes, las diecinueve carbayeras , los 33.000 metros cuadrados de áreas verdes en los espacios rurales y los más de siete mil árboles de 43 especies distintas que están diseminados por dos centenares de calles de toda la ciudad.

El análisis de esas estadísticas y de la historia gijonesa desde Jovellanos a nuestro tiempo son dos de los pilares del libro «Natural de Gijón. Parques, jardines y espacios verdes municipales», que se presenta hoy domingo en el Molín de Rionda del Jardín Botánico Atlántico. Un escenario idóneo, ya que la conversión de un espacio verde natural en museo vivo de botánica es otro ejemplo de esa apuesta por el verde de Gijón. Más de trescientas páginas han necesitado el geógrafo Francisco Javier Granda Álvarez (Mieres, 1971) y el fotógrafo Benedicto Santos García (Gijón, 1976) para plasmar sus conocimientos.

No están solos. El libro cuenta con el apoyo documental de imágenes de archivos históricos y textos de Juan Carlos Martínez Sánchez, actual jefe de parques y jardines del Ayuntamiento de Gijón, y de Juan Carlos Gea, escritor y periodista de LA NUEVA ESPAÑA. Además, la publicación completa un trabajo de investigación del que ya se había tenido una muestra en el pabellón ferial del Ayuntamiento de Gijón durante la pasada Feria Internacional de Muestras.

Granda ofrece en este libro una detallada enumeración de los espacios verdes de los barrios de la ciudad con sus características técnicas y su historia más o menos extensa.

El objetivo pasa por demostrar que la lucha por acabar con el gris que había invadido la ciudad durante los años del desarrollismo económico no se había limitado al centro urbano y que había vida verde más allá del parque de Isabel la Católica. Un parque que sigue siendo el pulmón de la ciudad pero que, durante décadas, fue el único espacio verde reseñable. Ahora hay muchos más parques que éste, pero su carácter singular se mantiene y, en opinión de algunos expertos, tiene como único competidor en el cariño de los gijoneses el parque del cerro de Santa Catalina, donde la proximidad de Cimadevilla, la vista del mar Cantábrico y el «Elogio del horizonte» de Chillida se convierten en sus grandes bazas frente a los estanques, los pavos reales y la cercanía del estadio de El Molinón de su contrincante.

Singulares son también el propio Botánico, el parque fluvial del Piles y los parques periurbanos del Cabo de San Lorenzo, el monte Deva, el Picu'l Sol, la Campa de Torres y el monte Areo. Pero no sólo de parques respiran los vecinos. El trabajo de Javier Granda dedica todo un capítulo al arbolado de alineación desde, como no, Jovellanos a las nuevas estéticas que marcan las trazas actuales.

Resulta curioso observar cómo los vecinos reivindican y luchan desde hace años por conseguir que sus calles no se queden sin árboles mientras los colectivos vecinales de principios de siglo se peleaban con el Ayuntamiento para conseguir que talasen los existentes porque consideraban que sólo eran buenos para los mosquitos .

Hay muchos nombres propios en este «Natural de Gijón», aunque los más importantes son los de los jardineros del Ayuntamiento que llevaron el peso, con sus aciertos y errores, del diseño verde de la ciudad. Javier Granda saca del olvido a José Riestra Rubiera y Eustaquio Abad Corrales, pero centra su estudio en los seis últimos jardineros mayores: Samuel González Granda, Diego Jiménez Esteban, Manuel Marco Seco, Manuel Domingo Fernández Menéndez, José Marco Seco y Juan Carlos Martínez Sánchez.

Este último es el actual jefe del área municipal de Parques y Jardines y en su haber profesional incluye la renovación del parque de Isabel la Católica, el plan director del monte Deva, la participación en el diseño del Jardín Botánico, la recreación del parque de Las Palmeras en Contrueces y la intervención en el Museo de la Villa Romana de Veranes. Todos ellos trabajaron por un Gijón verde. Igual que Jovellanos.

En la ciudad histórica

Cerro de Santa Catalina, Campo Valdés, Campo de las Monjas, Jardines de la Reina, Jardines del Náutico, plaza del Instituto, plaza de Capua, plaza de San Miguel, paseo de Begoña, Seis de Agosto y plaza de Europa.

En los barrios del Sur

Pericones, La Serena, El Llano, Electra, Compostela, Teodoro Cuesta, Laviada, Severo Ochoa, Orueta, Ovidio González, Las Palmeras, Los Caleros, Montevil, Perchera, Cecilio Blanco, Víctor Fernández, Salvador Allende, 1 de Mayo, Carbayera Roces, Santa Cecilia.

En los barrios del Oeste

Plazas de La Habana, Moreda, Atalía, de la Fábrica de Loza, de Elías Mendez, y prau del Moro, prau del Cubano, parque Julián Besteiro, Calixto Rato, El Lauredal, Castañeu, y parque de María Teresa González.

Periurbanos

Cabo de San Lorenzo, monte Deva, Picu'l Sol, Campa Torres y monte Areo.

Espacios singulares

Parque fluvial del Piles, Jardín Botánico Atlántico, carbayeras, Pueblo de Asturias, sendas verdes y villa de Veranes.

En barrios del Este

Parque de la fábrica de Zarracina, parque de la Fábrica de Gas, parque de Cocheras, parque de Belarmino Tomás, parque de Isabel la Católica, parque Marítimo del Rinconín y parque del diplomático y escritor Julián Ayesta.