No revelamos nada nuevo si afirmamos que la música forma parte significativa de la experiencia humana en el devenir de la historia. Son numerosas las relaciones sociales que tienen este arte como fondo. Desde que nacemos, incluso antes, ya deleita nuestros oídos, se encuentra directamente relacionada con nuestro desarrollo emocional o físico y casi siempre nos acompaña en los momentos trascendentales de nuestra vida cotidiana.

Sin ir más lejos, Jovellanos, en los momentos abrumadores y dramáticos de su llegada a Valldemosa, tuvo en los cantos que escuchó a los monjes cartujos un bálsamo que le reconfortó en su injusto encierro. Meses más tarde, ya en Bellver, un profesor de música con una guitarra acudía al castillo para que Jovellanos y su secretario tomaran lecciones de solfeo y así poder disfrutar del sonido de la guitarra en las largas tardes de injusta reclusión.

Consecuentes con el significado de este breve preámbulo, el Patronato de la Fundación Foro Jovellanos no podía dejar sin cubrir dentro de su seno esta importante parcela de la cultura y el pasado día 15 pronunció su conferencia de ingreso ante casi un centenar de personas.

Nace Vicente Cueva un 2 de noviembre de 1943, en la gijonesa calle Dindurra. Su padre, Vicente, reconocido ebanista y tallista con taller abierto en la misma calle, participaba activamente junto a su esposa, Carmen, en la vida musical gijonesa de mediados del siglo XX. Sus voces solistas, que eran magníficamente reconocidas entre los miembros del «Orfeón Gijonés» que fundara Ángel Embil en 1930, ya filtraban en toda la familia Cueva una probada cultura musical que aún hoy perdura.

En una ocasión, cuando Vicente contaba 8 años, en una de tantas ocurrencias propias de la edad, se dirige a su padre y le dice: «Papá, ya no quiero ir más al colegio, lo que más quiero es tocar el violín». Ante tal demanda, su padre, a las escasas semanas, le regala un violín y lo inscribe en la Escuela de Música de Gijón, que dirigía Enrique Truán. Su hermana Rosa María ya despuntaba como una excelente pianista. Vicente, indudablemente, además de tocar el violín, tuvo que seguir acudiendo al colegio.

Sus aptitudes musicales hacen que la familia tome una importante decisión: que el joven realizara estudios superiores de música en Madrid. Ya en la capital, cuando contaba 15 años, primero los hospedan en una modesta pensión y meses más tarde ya se instala en una pequeña buhardilla que, rodeada de tejados, le sirve perfectamente para estudiar y ensayar sin desmayo con su violín y logra aprobar la matrícula en el Real Conservatorio de Música.

Culmina sus estudios superiores de Violín, Piano y Canto y obtiene diploma en Música de Cámara. Es primer premio fin de carrera «Pablo Sarasate», que se otorga bajo el nombre del famoso violinista, de cuya muerte se celebra el centenario precisamente este año.

Ingresa por oposición como solista en la Orquesta Sinfónica de RTVE, de la que fue primer violín desde su fundación, en 1965.

En 1966 se le concede por unanimidad el premio nacional de violín «Isidro Gyenes». El mismo año, en Valencia, debuta como barítono con la obra «Carmina Burana», de Carl Orff, bajo la dirección del maestro Enrique García Asensio.

En 1981 estrena, en Alcalá de Henares, la «Serenata nocturna de don Quijote a Altisidora», escrita por Ernesto Halffter, para barítono y orquesta, que es dirigida por su autor.

En 1982 participa como barítono en la que se conoce como obra cumbre del maestro Truán, el «Miraglo de Albelda», cantata sinfónica coral compuesta en 1948 y estrenada en su totalidad, tras treinta años de espera repletos de problemas e inconvenientes de toda índole. Tal fue así que la consecución de esta obra por la Orquesta Sinfónica de RTVE, bajo la dirección del maestro Odón Alonso, se llevó a cabo gracias a la constante insistencia de V. Cueva. Llegó a ser tal su implicación en esta obra, que en Madrid se llegó a sospechar que el propio Cueva era el verdadero autor y que Truán era un simple seudónimo.

Paralelamente a su participación en los conciertos de la Orquesta Sinfónica de RTVE, ofrece recitales de música de cámara en el teatro Real de Madrid y dicta cursos de técnica violinística y de música de cámara. Con esta orquesta realiza varias giras por EE UU, México, la mayor parte de los países europeos y Japón.

Ha compuesto obras para voz, violín, viola, violonchelo, piano, órgano y guitarra, así como para música de cámara sinfónica y coral. Una de sus obras sinfónicas, «El poema de tu nombre», fue estrenada en el año 2000 por la Orquesta Sinfónica de RTVE, bajo la dirección de Sergiu Comissiona.

Siempre ha seguido muy de cerca la labor creadora de su maestro Enrique Truán, de quien estrena varias obras para canto y piano, además de toda su obra para violín. En 1995, a su muerte, se ocupa de concluir algunas de sus obras inacabadas. Aún hoy, se encuentra trabajando codo a codo con su buen amigo Leopoldo Rodero, biógrafo de Truán, para lograr que la obra del maestro no perezca en el olvido.

Aquel niño que sólo quería tocar el violín cuenta en su haber con más de 150 obras, entre las que destacamos varios villancicos, una pastoral para violín y piano, una pieza para violín y piano dedicada a Gijón con el título de «Añoranza», tres marchas procesionales para cada una de las cofradías de la villa de Jovellanos; otras, inspiradas en Jovellanos y su obra, y todo un extenso repertorio. Aún la pasada semana concluía una serie de veinticuatro caprichos para violín. La música de Cueva viene siendo protagonista en efemérides musicales en torno al patricio gijonés. El homenaje que anualmente se rinde en Gijón a Jovellanos cada 6 de agosto se acompaña con su música.

Por diferentes motivos viene ocupado en la poesía de Jovino desde hace algún tiempo; se encuentra ante algunos sonetos de Jovellanos que le inspiran musicalmente. Se pone manos a la obra y logra componer para cuatro de ellos («A Enarda», «A Alcmena», «A la noche» y «A la mañana») la música para piano. No es fácil ponerle música a la poesía de Jovino, y no está dado a cualquier compositor penetrar en lo profundo del sentimiento del poeta, y menos lograr trasladar a la música su inspiración.

La incorporación de este compositor y músico gijonés al Foro Jovellanos enriquece la institución con un arte único y universal: la música.

Orlando Moratinos Otero es secretario general de la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias.