Es agradable y tranquilizador, incluso, el gesto de Rajoy (Mariano) saludando a Zapatero. El Presidente tuvo un percance que parece ser no llegó a mayores y le saluda don Mariano, que se cayó de golpe en el helicóptero que le traía con Esperanza Aguirre, con el morrocotudo susto pero ileso. La complicidad y amabilidad en ciertas coincidencias o circunstancias que lo requieren pasa por encima de la política. Cuando se está en las alturas hay que estar a la altura de las circunstancias.

Por ejemplo, el Rey sigue las costumbres a su llegada a países exóticos y saluda a la manera de sus anfitriones. Buenas maneras de nuestro Rey que de todo esto, como es natural, sabe un rato. Si empieza con cortesía la conversación será luego más distendida y dialogante.

Aunque claro que no se dirá a todo que sí. Y esto es lo difícil, el saberse mantener en su sitio poniéndose a veces en el del prójimo.

Me contaron que Franco dijo una vez «no hay que meterse en política», y como frase de un jefe de estado no deja de ser genial su fina ironía, que quizá nos libró de meternos en una guerra (la segunda mundial), pero, en fin, no estoy segura sea cierta la anécdota contada por aquel entonces.

En todo caso, aplaudo la foto de los dos líderes y su mutua sonrisa. No hay que meterse en política.

¿Por qué me meteré yo una y otra vez en el periodismo pudiendo vivir tan tranquila? Vamos, lo de tranquila es un decir.