Presidente de Cruz Roja Gijón

El próximo Sorteo de Oro de Cruz Roja ha puesto sobre la mesa muchas preguntas sobre una entidad de la que se desconoce su evolución. Si los servicios sanitarios alcanzan a todos y cada uno de los españoles, al mismo tiempo que la Administración ha asumido responsabilidades en otros órdenes de bienestar, creo que la mayoría de los ciudadanos ignora el devenir de un organismo que ha sido emblema de humanitarismo internacional; allí donde era precisa una ayuda surgía la insignia de Cruz Roja.

Nadie mejor para clarificar ideas que su presidente en Gijón, José Luis Carmona García. Todo un idealista. No hizo falta una declaración de principios para llegar a este diagnóstico, sino que se iba perfilando a través de sus explicaciones, pormenorizadas, cabales, sin dejar un cabo suelto. Como si Cruz Roja fuera su vida. Cuando, por el contrario, se sabe que una responsabilidad así nunca está retribuida.

José Luis Carmona García nació en 1958, es el mayor de dos hermanos. Tras cursar el Bachiller en el Colegio Corazón de María, se licenció en Historia por la Universidad de Oviedo, especializándose, a través del doctorado dirigido por José Girón, en Historia Contemporánea. Está casado, no tiene hijos... «Pero me basta con ella, Emma García Fidalgo, a la que estimo profundamente». Al aprobar las oposiciones a profesor de Educación Secundaria fue destinado a Extremadura, donde trabajó dos años. De regreso a Asturias ha impartido enseñanzas en la Escuela de Formación para Adultos de Oviedo, puesto en el que continúa. «Es una ocupación muy satisfactoria porque me empleo en personas que sí quieren aprender y con las que se establece un trato muy cercano».

-¿Cómo y cuándo se inicia su relación con Cruz Roja?

-Hace nueve años me llamó el entonces presidente, Toni Hevia, para que colaborase con ellos. Me convenció y entré a formar parte de la junta directiva como vocal. Al cabo de un año terminaba el mandato de Toni Hevia y me propuso como su sucesor. Tanto el comité local como el autonómico aceptaron, y aquí estoy, llevo seis años, es decir, mandato y medio.

-¿Hace falta cierta adscripción política para acceder a su puesto?

-No, de hecho yo no estoy afiliado a ningún partido. Más bien creo que se elige a la persona en función de su capacidad.

-¿Qué es hoy Cruz Roja, cuando la Administración absorbe todos los servicios sanitarios?

-Básicamente la ONG de siempre, un monstruo de efectividad, aunque ha cambiado sus objetivos clásicos. En Gijón, al quedar un edificio de Cruz Roja, la gente sigue identificándola con la asistencia clínica, pero no es así, ya que este centro constituye una rama del Hospital de Cabueñes, aunque conserve personal de Cruz Roja. En la actualidad nuestro trabajo se define en dos grandes bloques: el área de servicios sociales y el de socorros y emergencias. En el primero, nuestros programas y proyectos van dirigidos a personas vulnerables, individuos de tercera edad, discapacitados, niños en riesgo de exclusión social e inmigrantes. Nuestro programa estrella en este campo es la teleasistencia, consiste en una medalla que porta la persona encausada, ésta, en caso de necesidad, induce una alarma que es recogida en pantalla, donde se identifica y se atiende.

-Pero, insisto, ¿hay sitio para todos? Están las consejerías, las concejalías, un sinfín de organizaciones y negocios dirigidos al bienestar social...

-La presencia de Cruz Roja es cada vez más sólida de acuerdo con nuestra cualificación, y colaboramos estrechamente con el Principado y el Ayuntamiento, ellos se apoyan en nosotros. Otro gran proyecto lo configura el empleo para inmigrantes. Estos, en mayor número africanos, llegan a nosotros y les facilitamos clases de español y de cultura relacionada con el comportamiento, la higiene, las habilidades. Además, los acompañamos a las gestiones pertinentes y les damos cierta formación profesional encaminada a conseguir un trabajo.

-Malos tiempos para lograrlo...

-Nuestras bolsas de empleo son la construcción, la hostelería y el servicio doméstico, además de mantener contacto con ciertas empresas. Algunos inmigrantes han logrado un contrato de trabajo permanente. Tenemos varios pisos de acogida, y a los que han llegado a España en patera, sin nada, los albergamos durante tres meses, pero la mayor parte no los cumple porque su deseo es ir a Francia. En la actualidad tenemos unos 400 inmigrantes adscritos al plan de empleo.

-Y en este ambiente les dicen que Cristiano Ronaldo costó 92 millones...

-Me molesta, sí, en una época de crisis tan dura ese exhibicionismo resulta impúdico. Creo que hay mucha gente que siente rechazo.

-Por cierto, ha hablado usted de crisis, ¿cómo les afecta?

-Estamos detectando una figura nueva, la del pobre invisible. Es una persona que oculta su pobreza, pero que lo está pasando francamente mal y en su entorno no lo saben. Acude a Cáritas o Cruz Roja y pide para lo más básico, para pagar la luz, la hipoteca o adquirir alimentos. Esto no lo veíamos desde hace muchos años.

-¿Dónde centra hoy Cruz Roja sus acciones?

-En Montevil, en los bajos de la Casa Malva disponemos de unos locales de 1.400 metros cuadrados, donde se ubican las oficinas, las aulas de formación, el salón de actos... Cruz Roja lleva la gestión de la Casa Malva y de otros seis hogares de acogida para mujeres maltratadas.

-¿Y respecto al bloque de socorros y emergencias?

-Servimos de apoyo a todo tipo de pruebas deportivas, fútbol, hípico, ciclismo, motociclismo, patinaje, incluso el mar, junto a SASEMA. Además, colaboramos con el 112. La asistencia deportiva es quizá lo que más se ve de Cruz Roja.

Pasa a la página siguiente

«La presencia de Cruz Roja es cada vez más sólida de acuerdo con nuestra cualificación, y las administraciones se apoyan en nosotros»

«Hoy esta organización es un monstruo de efectividad, aunque ha cambiado sus objetivos clásicos»