Leticia PRADO

Andrea y Rebeca Zhu son ya auténticas expertas en asturianía. La gastronomía, la música y la danza regional son pan comido para las pequeñas. Más allá de sus rasgos orientales, estas dos hermanas amplían estos días sus conocimientos sobre el folclore asturiano en las colonias de vacaciones que el Ayuntamiento de Gijón organiza en el Museo del Pueblo de Asturias entre el 13 y el 24 de julio. Estas dos niñas, junto a sus treinta compañeros, aprovechan sus vacaciones al mismo tiempo que aprenden las costumbres tradicionales de la región.

Los menores disfrutan de ocho horas de actividad casi continuada al aire libre. Un autobús los recoge cerca de sus domicilios antes de las diez de la mañana, y hasta las seis de la tarde el museo se convierte en su segunda casa. No tienen tiempo para el aburrimiento. Los talleres creativos, las visitas culturales y numerosas dinámicas de grupo constituyen el programa de actividades. El único objetivo es lograr que estas nuevas generaciones de asturianos no tengan nada que envidiar a los antepasados más próximos de la región. Los monitores consiguen que los menores sientan curiosidad y se acerquen a la tradición desde una perspectiva divertida, enérgica y constructiva.

Una mezcla de manualidades, juegos y exposiciones hace las delicias de los niños. «Lo que más me ha gustado de estos dos días ha sido la "gymkhana"», cuentan Edurne Lema y Lucía Alberdi. «Nos dieron un mapa con diferentes puntos y teníamos que superar pruebas relacionadas con lo que sabíamos de Asturias», explican. Aun así, las exposiciones no se quedan atrás. Una de las responsables asegura que, contra lo que se puede pensar, los niños no muestran especial rechazo cuando visitan los museos y permanecen atentos a todas las explicaciones. «Hoy hemos ido a una exposición en 3D y me he divertido yo más que ellos», bromeaba la monitora.

La idea inicial de los organizadores era viajar a través del tiempo en una aldea tradicional asturiana. Los monitores ven satisfechos cómo se cumple a la perfección al comprobar el dominio que el grupo de escolares ha adquirido en sólo dos días. Además, el entorno ayuda a que los niños se metan en el papel de un asturiano de pura cepa. El Museo del Pueblo de Asturias está dedicado a conservar la memoria histórica de la región. A los niños de esta colonia estival les proporciona los escenarios necesarios para entender mejor cómo vivían los campesinos asturianos: qué comían, cómo trabajaban, cómo se relacionaban y a qué jugaban.

Rocío Villanueva es una de las monitoras de este campamento escolar. La joven aclara que es una forma diferente de colonias veraniegas. «Los pequeños pasan el día en el museo, pero duermen en su casa», expresa. Los responsables les preparan el almuerzo, la comida y la merienda en una carpa situada detrás del Museo de la Sidra, y el resto de actividades se desarrollan en la finca al aire libre. Villanueva sostiene que la iniciativa es positiva tanto para niños como para padres. «A los chicos les permite estar en continua actividad física y mental, conocer cosas nuevas y relacionarse con mucha gente. Los padres ven con satisfacción cómo aprenden sus hijos y pueden compatibilizar mejor sus horarios laborales», asegura la joven. Las hermanas Zhu son un buen ejemplo del efecto positivo de estas colonias en el vínculo entre los menores y sus familias. «Cuando llegamos a casa les explicamos a nuestros padres lo que hemos aprendido», afirma Andrea Zhu. Rocío Villanueva asegura que el proyecto también constituye una buena alternativa para los turistas. «Aunque la mayor parte de los niños son gijoneses, algunos están aquí solamente en verano. Es una forma de sacar a los niños de casa y apartarlos de la tele», explica.

Ésta es la segunda edición de unos campamentos escolares que continuarán hasta finales de verano en la Campa Torres. Monitores, niños y padres de todos los turnos celebrarán una fiesta de despedida el 29 de agosto. Serán una generación de auténticos asturianos.