Escultor, autor de «Hacia la luz», obra de 22 metros que se ubicará en una glorieta de Viesques

Eloy MÉNDEZ

La entrada a la ciudad por Viesques cambiará radicalmente dentro de unos meses. «Hacia la luz», una enorme escultura de acero cortén de 22 metros, saludará a los conductores y los viandantes desde una glorieta en la intersección de las avenidas Albert Einstein y Justo del Castillo. La obra es la última idea surgida del afán rupturista del asturiano Francisco Fresno.

-«Hacia la luz» nace con vocación de convertirse en uno de los grandes hitos escultóricos de la ciudad. ¿Es también la obra cumbre de su carrera?

-Soy consciente de que profesionalmente es un privilegio, pero a eso también se une una gran responsabilidad, porque han depositado en mí una gran confianza. Hasta que no esté colocada la escultura no me liberaré de esa relativa presión. A la hora de diseñarla consideré que, al ser una escultura pública, debía tener en cuenta al público y, sobre todo, el lugar donde se va a ubicar. Bajo esos dos criterios la he diseñado.

-¿Le impuso el Ayuntamiento alguna pauta a la hora de diseñar la escultura?

-La escultura está concebida con libertad total. Fui yo quien, al final de la anterior legislatura, le propuse al Ayuntamiento tanto la pieza como su ubicación, que son dos cosas que están conectadas. La pieza y el entorno deben considerarse como una unidad expresiva y la pieza debe ajustarse a esto. En este sentido, es algo parecido a lo que le ocurrió a Chillida con el «Elogio del Horizonte», pues ya tenía la pieza diseñada y buscó un lugar idóneo como el Cerro de Santa Catalina para su colocación.

-¿Por qué una pieza de 22 metros?

-El sitio reclamaba una pieza de estas dimensiones porque es muy abierto, no hay edificaciones altas en las inmediaciones y se ve a mucha distancia. Si con estas características hubiera concebido algo más pequeño, la escultura hubiera quedado como algo anecdótico. Además, la idea que quiero transmitir, exigía esta altura. A la pieza hay que considerarla como una flecha. Esto quiere decir que, conceptualmente, la escultura no se termina donde termina el acero.

-¿Qué idea quería transmitir?

-Yo la hice con una idea concreta, pero sé que es bueno que desprenda cierta ambigüedad para provocar lecturas distintas. Además, esas lecturas no tienen por qué ser contradictorias. Mi idea fue diseñar un todo que emerge de la tierra, que coge altura y que acaba por disolverse en el espacio a medida que asciende, porque acaba totalmente afilada. Tiene un sentido metafórico, es decir, es algo que pasa de lo material a lo espiritual.

-En la presentación del proyecto dijo también que era un homenaje a la escritora estadounidense Hellen Keller. ¿Por qué?

-Es un homenaje a esa mujer, por las limitaciones que tuvo que superar en su vida. A pesar de ser sorda y ciega supo sobreponerse y luchar por la causa feminista. Por eso, digo que busca pasar de lo material a lo trascendente. Pero no es algo nuevo en el arte, este tipo de metáfora ya se utilizaba en la Prehistoria.

-Por la altura y el tipo de ubicación, «Hacia la luz» se asemeja a la escultura de Rubio Camín situada en la rotonda de Foro.

-Sí que tiene algo en común, sobre todo en el papel que jugará en el entorno urbano.

-Este tipo de creaciones de grandes dimensiones suele concitar algún rechazo. ¿Está preparado para las críticas?

-Sí. Aunque para mí lo más importante es estar seguro de lo que hago. Me interesan todas las opiniones, aunque no en la misma medida. Es buena la polémica, pero depende en qué nivel se dé. Si es muy pobre y obedece, más que a razones lógicas a una especie de alivio colectivo, entonces no me va a aportar nada. Lo importante es que dé que pensar y que nos haga reflexionar a todos. Pero este tema de la obra pública es curioso, porque tan obra pública es una escultura que se pone en la ciudad, como otra que se expone en un museo. Y, sin embargo, las obras de los museos no se suelen criticar nunca.

-Lo que parece claro es que su estilo encaja con los criterios estéticos de otras obras financiadas en la ciudad con anterioridad.

-Es lógico que el arte exprese su tiempo. Aunque eso depende de cuestiones políticas. Si quien gobierna una institución tiene una mentalidad conservadora y no asume los retos nuevos de su tiempo, lógicamente va a orientar lo ornamental y lo artístico en esa dirección, que suele ser populista y anecdótico, para complacer a la gente a un nivel básico. Pero el arte no existe necesariamente para complacer, sino para aportar nuevas realidades. Por eso, ir a la contra y provocar rechazo es, muchas veces, necesario. Así se conquistan nuevos territorios. Puede haber diferencias de valoración de las distintas obras de nuestra ciudad, pero creo que Gijón es una ciudad de nuestro tiempo en ese sentido. El artista no debe buscar la novedad por la novedad, porque esto debe ser una consecuencia más que un objetivo en sí mismo.

-La escultura será de acero cortén, un material que también suele generar polémica.

-La gente critica el acero cortén, pero ese material ya existía en la Campa Torres hace siglos. Ese material tiene que ver con nuestros orígenes y también con nuestro presente. Sin embargo, el público, en vez de valorar nuestra tradición y nuestro presente, lo rechaza porque no es consciente de ello. A eso se suma el hecho de que en Asturias tenemos un complejo de inferioridad sobre lo nuestro.

-Como artista asturiano, ¿ha tenido que pagar algún peaje para ser profeta en su tierra?

-En Asturias y en Gijón, que somos tan «grandones» para poner nombres, creo que existe un complejo de inferioridad, que hace que lo propio, por tenerlo cerca, no lo valoremos. Es un defecto que debemos corregir, porque en otras comunidades pasa lo contrario. Deberíamos cambiar el chip. Lo que los artistas hacemos acaba por convertirse en patrimonio de todos.

-¿Por qué fue tan crítico desde un principio con el Centro de Arte de La Laboral?

-Asturias necesitaba un centro de arte. En lo que no estoy de acuerdo es en el planteamiento de éste en concreto. Los centros de arte deben dinamizar la creatividad artística de una región para después difundirla. Pero, a mi modo de entender, Laboral Centro de Arte no se puso en marcha bajo un criterio moderno, porque no es moderno poner los medios por delante de los contenidos. A no ser que la modernidad que se busque sea más aparente que real. Laboral adolece de demasiado dirigismo político.

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«El Centro de Arte de la Universidad Laboral adolece de demasiado dirigismo político» «En Asturias tenemos un complejo de inferioridad con nuestros creadores»

«No me interesan las polémicas sobre una obra si obedecen más a un alivio colectivo que a razones lógicas»