Eloy MÉNDEZ

El sociólogo canario Vicente Pérez, uno de los grandes impulsores del movimiento asociativo madrileño durante las últimas décadas, defendió ayer, en el acto de inauguración del vigésimo aniversario de la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAV) de Gijón, la necesidad de que este colectivo afronte con sus propias armas la actual situación de crisis económica, «para evitar que se vuelva a repetir una situación como la de la década de los ochenta, con nuestros barrios llenos de parados y de jóvenes empujados a la droga». Para ello, apostó por la necesidad de desarrollar una economía social que asuma las reivindicaciones ecologistas «como parte de su discurso». Además, pidió a los representantes vecinales gijoneses que luchen por construir «ciudades que respeten la dignidad del espacio público» y propuso «la expropiación temporal del usufructo» de los pisos no habitados para favorecer el acceso a una vivienda a los más desfavorecidos.

Pérez, que ofreció una conferencia bajo el título «Memoria ciudadana y movimiento vecinal» -el mismo que lleva uno de sus libros, publicado el año pasado-, aseveró que las asociaciones de vecinos deben luchar por «la conquista de los derechos sociales desde una óptica interclasista y multidimensional», aunque siempre bajo la premisa de que «nuestras reivindicaciones son en sí mismas un conflicto con las administraciones públicas». En este sentido, destacó que la «cuestión residencial» continúa siendo una de las prioridades. Por eso, defendió una política que opte por «la rehabilitación integral de los inmuebles y de los barrios más que por la construcción desmesurada de nuevos edificios» y propuso medidas para facilitar el acceso a una vivienda, ya que «cinco millones están vacías». Así, exigió un gran recargo en el impuesto de bienes inmuebles para los propietarios que no alquilan sus pisos y pidió a las autonomías que desarrollen leyes para «expropiar temporalmente su usufructo».

En cuanto a los retos inmediatos, citó la necesidad de «integrar a los inmigrantes» desde la perspectiva del interculturalismo, es decir, «respetando las diferencias, pero facilitando los cauces de interacción» entre españoles y recién llegados. E insistió en numerosas ocasiones en solicitar el desarrollo de una economía social, basada en un incremento del gasto sanitario y educativo y en la exigencia de que las empresas «que se instalen en nuestros barrios adquieran un compromiso real con la gente que vive en ellos». Por su parte, varios representantes vecinales que participaron en un coloquio posterior cuestionaron la puesta en marcha de plataformas ciudadanas que actúan al margen de las asociaciones.