A. RUBIERA

Una treintena de enfermos sacaron ayer sus pancartas de protesta en la plaza Mayor gijonesa. Pedían, con su clamor público, un respeto y un respaldo institucional a la «terapia de reencuentro». Con ese nombre, o «terapia por el buen trato», se conoce un recurso de autocuidado que se puso en marcha de forma pionera en Gijón, en el centro de salud de El Natahoyo, hace diez años.

En las primeras épocas las autoridades sanitarias locales y regionales y portavoces del Instituto de la Mujer aplaudieron y hasta destacaron con sus actos oficiales ese innovador servicio terapéutico, liderado por una profesional de enfermería del Sespa, que inicialmente enganchó a cientos de mujeres enfermas de depresión y de apatía y que ahora ya atrapa también a muchos hombres.

Esa terapia del «reencuentro» promueve, tal como explicaban ayer los usuarios, la búsqueda personal de la salud sin recurrir a fármacos. Y consigue que el peso de la mejoría de los pacientes recaiga en dinámicas de grupo y estrategias de comunicación entre enfermos y terapeutas, haciendo mucho hincapié en la escucha activa. «Se fomenta un cambio profundo en las personas, en sus relaciones y en su forma de entender la vida. Se aprende a convivir de forma sana, se adquieren nuevas herramientas para la vida, para el buen trato con uno mismo y con los demás. Se trata de llevar el autoconocimiento y el autocuidado como principios de empoderamiento y salud», explican algunos de los usuarios durante su concentración de protesta.

El programa, pese a ganarse el respeto de las autoridades sanitarias, no logró sin embargo, nunca en diez años, que fuera una clara apuesta de esos mismos responsables políticos. Y eso que a mediados de 2008 ya tenía medio millar de pacientes procedentes de toda Asturias dando garantías de éxito del proyecto, y en 2010 acumula casi 200 pacientes en lista de espera para entrar a los cuatro grupos creados.

Mientras ese escaso respaldo se mantenía, hasta se daba por bueno. Pero ahora negros nubarrones se ciernen sobre la «terapia de reencuentro» que lidera en solitario el centro de salud de El Natahoyo. Por eso, pacientes y agentes de salud formados en la terapia salieron ayer a la calle con sus pancartas de protesta, para hacer ver que no están dispuestos a que se acabe una exitosa y pionera experiencia como la suya. Los implicados desconocen cómo es posible que «la terapia haya desencadenado un profundo malestar y el consiguiente rechazo por parte del sistema sanitario. Todo ello, unido a una deficiente gestión -listas de espera que cada día crecen más, y un proyecto que recae, casi de manera voluntarista, en unas pocas profesionales de la salud-, nos ha llevado a un callejón sin salida», explicaban ayer los implicados.

En un intento por reunirse con la alcaldesa de Gijón y lograr apoyos municipales para la continuidad y expansión de la citada terapia, al final sólo consiguieron que una representación de pacientes le entregaran una carta donde explican sus temores. Temen que «la caza de brujas» que aseguran que sufre esta terapia, que se sale de la consulta tradicional de enfermedad-consulta-receta, acabe por hacerla desaparecer. Y eso, reprochan, que no hay día en que alguna autoridad sanitaria pontifique sobre la necesidad de promover otro modelo de atención a la salud que no pase, siempre y exclusivamente, por la farmacia.