Arquitecto

C. JIMÉNEZ

El arquitecto Arturo Gutiérrez de Terán, ex consejero de Ordenación del Territorio en el gobierno autonómico con Pedro de Silva, es miembro de la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura (ASA) que dirige María Jesús González y que este fin de semana celebra en Asturias un encuentro para definir los puntos principales de la Carta del Transcantábrico. El documento, fruto del trabajo colectivo de un grupo de ciudadanos voluntarios, entre ellos, arquitectos y urbanistas, pretende ser la hoja de ruta de lo que deben ser las ciudades del futuro.

-¿Por qué una «Carta del Transcantábrico» para hablar de ciudades sostenibles?

-Durante el día de hoy debatiremos a bordo del Transcantábrico precisamente sobre esa cuestión para obtener un documento consensuado. La carta quiere estimular a los profesionales porque vemos muy difícil que por decisiones políticas o legislativas se logre el objetivo de la sostenibilidad si no se toma conciencia por parte de quienes la tienen que llevar a la práctica, que no son otros que los propios ciudadanos.

-¿Cómo se debe orientar esa tarea en tiempos de crisis?

-La crisis nos está dando pistas. Es necesario recuperar la idea de fortalecer barrios y reconstruir áreas urbanas, además de contribuir a mejorar las condiciones energéticas de los edificios. Todo eso será el futuro más inmediato. La edificación se orientará hacia la reconstrucción y revitalización de las áreas urbanas. En el futuro las urbes, obligatoriamente, tienen que dejar de consumir tanta energía y emitir gases contaminantes y resolver el problema de los residuos. El Observatorio de la Sostenibilidad nos advierte de que en 2030 necesitaríamos dos planetas si mantenemos el ritmo de construcción de ahora.

-¿Qué es lo más urgente?

-La edificación consume muchos recursos naturales. El 50% de esos recursos se los lleva sólo la actividad edificatoria, otro tanto ocurre con los consumos energéticos de los edificios. Todo ello, sin contar la parte de los vehículos y las emisiones que producen.

-¿Qué alternativas propone en el ámbito de la movilidad?

-Aparte del coche eléctrico habrá que seguir profundizando en el transporte colectivo e ir pensando en que el territorio que no es infinito y que tenemos que empezar a olvidar el uso del vehículo privado para ir a todas partes. De ahí deriva la idea de que es mejor diseñar ciudades más compactas frente a modelos metropolitanos más extensos o difusos. El modelo de lo que era una ciudad de provincia como Oviedo o Gijón hace 30 ó 40 años se ha roto.

-Proponen el ferrocarril como columna vertebral para un desarrollo sostenible.

-El tren es una parte simbólica de nuestras reivindicaciones. Concluir el debate a bordo del Transcantábrico es una forma de resaltar las posibilidades de este medio de transporte pero la sostenibilidad abarca muchísimos aspectos.

-¿Por ejemplo?

-A escala de economía local. Se han alargado mucho los trayectos para ir a trabajar o para ir a comprar. Ahora mismo en Gijón hay que salir fuera para hacer la compra y en Oviedo para ir al cine hay que recorrerse unos kilómetros. Nadie nos ha pedido opinión sobre eso y creo que ni la propia Administración preveía las consecuencias. Al final el beneficiario de ese modelo de ciudad es el empresario que consigue suelos rústicos baratos para montar una empresa claramente urbana, por tanto, se ha deformado el concepto de ciudad y se ha ido haciendo a semejanza de las iniciativas empresariales. Esto hay que quebrarlo, la ciudad es un valor de uso no un valor de cambio. No puede haber un millón de viviendas vacías y que eso sea una inversión, uno no puede estar en las dos partes: invirtiendo y construyendo ciudad.

-¿Cabe achacarle todos los males a la especulación urbanística?

-El boom inmobiliario ha destapado problemas y ha hecho ver más claro lo que ya se estaba previendo, ha acelerado el proceso y en lugar de hablar de 2020 ó 2050 se ha adelantado pero lo cierto es que las circunstancias son las que son.

-Ante este panorama, ¿qué futuro le augura a las ciudades?

-Los efectos de la revolución industrial han tocado a su fin. Hemos vivido con planificaciones de ciudades consecuencia de esa etapa y hemos llegado a un exceso de consumos. Nos encontramos ante un auténtico cambio de era como sucedió entonces pero sólo estamos en los principios. Estas cosas tienen eco años después pero los colegas de profesión que estamos aquí hace años que lo estamos viendo, y muchos más ciudadanos.

-Como buen conocedor de la ordenación territorial de Asturias, ¿qué opina del modelo actual?

-La Asturias central tiene su propia singularidad metropolitana. No se puede ver a las ciudades de esta zona de modo aislado. Hay decisiones tomadas por el gobierno autonómico que debieran hacerse de acuerdo con las ciudades; ello hace que exista una metrópoli real de hecho pero no de derecho. La iniciativa conjunta de la capitalidad europea de la cultura era una magnífica idea pero se ha quebrado porque todavía no somos capaces de llegar a acuerdos políticos. Un ejemplo: Siero concede licencias para un centro de ocio y comercial que vive mayormente de la población de Oviedo. Ahí no pueden tener la decisión sólo los ayuntamientos sino también las comunidades autónomas o un consejo de municipios que aborden cuestiones gruesas y de infraestructuras. Ese tipo de ciudad polinucleada tiene que ir acompañado de un sistema de transporte colectivo muy intenso, en este caso, el tren.

-¿Qué le parecen los planes que maneja el gobierno regional para el área central?

-No los conozco en profundidad pero creo que antes que hacer planes concretos se han hecho muchos intentos y nunca han fructificado como para llegara un acuerdo político. El gobierno autonómico y los principales ayuntamientos del área central deben llega a un consenso sobre cuestiones territoriales que competen al conjunto de municipios. Si se toman iniciativas sin estar de acuerdo con los municipios implicados eso no funcionará. La toma de decisiones debe ser sea siempre colectiva y participada.

Paso la mayor parte del día en el estado límbico que tolera la neblina que va y viene, cala y luego deja un resol albino. Quizá sea por eso que casi todo lo que van trayendo las horas, de lejos y de cerca, viene también pálido. Y a mí qué que Belén Esteban tenga belenestebanólogos en Francia o que Berlusconi y Fini escenifiquen su ruptura en la TV, igual que en un programa copresentado por la Princesa de San Blas. Cómo indignarse sin caer un momento después en el desánimo ante la incompetencia y la falta de nervio público de los políticos y los territorios de este país, también cada día más borroso, incapaces de entenderse acerca de una prioridad como la educación. Ni siquiera el infame rodillazo en los testículos al arqueólogo Cuesta (que no son por sus también desvaídas explicaciones sobre el material extraviado en la Campa) o el Photoshop de un Molinón reconvertido en híper «artie» remueven del todo la postración. Hasta que, al final del día, unas imágenes del Sol tomadas por la Nasa deslumbran con la estampa del verdadero poder absoluto. De lo que arde más allá de la niebla y consumiría todo este neblinoso mundo en uno de esos fugaces y bellísimos eructos de fuego.