El pasado martes día 29, el teatro Jovellanos de Gijón acogió la jornada final del certamen «La mar de voces», una cita de los melómanos asturianos con algunos destacados exponentes del universo coral. Con acento especial en el panorama asturiano, el ciclo dio comienzo el domingo 27, con una sesión especial a cargo de diferentes formaciones infantiles como las de la Fundación Príncipe de Asturias, el León de Oro, los Niños Cantores de Gijón o la Escuela de Música Viva Tchaikovsky de Gijón. Seguidamente, el lunes participaron el Orfeón de Mieres y la Coral Polifónica Gijonesa «Anselmo Solar», dos de nuestras formaciones históricas y más prestigiosas. Para el último día, dos grandes nombres como el de la formación luanquina El León de Oro, una de las más internacionales y reconocidas de nuestra región, y la Camerata Vivace, el coro de voces blancas de la Camerata Ad Libitum, que presentó un amplio, ambicioso y muy variado programa.

La intervención de El León de Oro fue breve pero muy efectiva. Optando por un repertorio bastante equilibrado en cuanto a estéticas se refiere, el coro destacó por su impecable afinación (salvo alguna ligera oscilación en «Ich lasse dich nicht», de J. S. Bach) y su solidez rítmica, presentando una muy delicada gama de matices (como en el suavísimo final de «Bogoroditse Devo», de S. Rachmaninov) y deleitando al público, ya en su recta final, con sus imaginativas y elaboradas recreaciones del cancionero tradicional asturiano (incluyendo la emulaciones vocales de los roncones de la gaita, recitados poéticos o percusiones corporales). Mención especial para el estreno de «Ut queant laxis...», de Xabier Sarasola, una delicadeza plagada de armonías abiertas y una escala ascendente entonada por las voces masculinas, sobre un sutil y casi apagado bordón.

Seguidamente, el coro de cámara femenino Camerata Vivace estructuró su actuación en seis secciones homogeneizadas por distintas temáticas que iban desde el ámbito sacro hasta el patrimonio tradicional gallego (destacando una emotiva interpretación de «Eu de marin ausenteime»). También se incluyeron sorprendentes creaciones de Julio Domínguez, director de la formación y a quien el director de El León de Oro, Marco Antonio García de Paz, le dedicó la obra «Cantos asturianos Nº1», un arreglo elaborado por el propio Domínguez para el coro asturiano basado en la melodía de la canción «Si la nieve resbala». La Camerata Vivace mostró una gran disciplina al lidiar con un programa tan completo y ecléctico, muy exigente con las capacidades técnicas e interpretativas y que, por lo general, presentó mucho dinamismo y grandes momentos. Los recursos vocales menos convencionales (glissandos, gritos y otros efectos vocales) también estuvieron presentes, incluso presentando alguna inventiva transición entre diferentes piezas de una misma sección. Sin embargo, no todas las secciones funcionaron con la misma intensidad; en el caso de la revisión de las tradiciones musicales de Nigeria, Japón y México, faltó algo más de fluidez y coordinación rítmica (sobre todo cuando incorporaban palmas o incidían en el desplazamiento de acentos o el desdoblamiento de voces). No obstante, es de agradecer el interés por mostrar realidades musicales menos habituales en los circuitos corales asturianos.

Sin duda, una gran noche y un excelente nivel para una cita musical que va ganando cada año más adeptos, consiguiendo un éxito de convocatoria nada desdeñable pese a la cita con «la roja».