A. I. R. / J. M.

Desde su llegada a Gijón en 1959, el sacerdote José Luis Martínez, que acaba de fallecer a los 82 años, «practicó una de las divisas más significativas del Concilio Vaticano II: superar la dicotomía entre la fe y la vida real y sus conflictos». Lo dice José Manuel Parrilla, sacerdote, sociólogo y profesor de la Universidad de Oviedo, así como coadjutor en la parroquia de Fátima, en La Calzada, cuando el «cura buenu» pastoreaba en dicho barrio.

José Luis Martínez fue párroco de Santa Bárbara (hasta 1962), de Fátima (hasta 1982) y de San José, hasta su jubilación en 2003. Fue «pastor comprometido en barrios de fuerte identidad obrera, junto con numerosos seglares -hombres y mujeres del mundo obrero- y compañeros de ministerio, e hizo posible para muchos militantes la síntesis entre fe cristiana, pertenencia eclesial y militancia de clase, sindical, política o vecinal», sintetiza Parrilla, quien lamenta que de «ese estilo de evangelización parece que no se quiere acordar una parte de la propia Iglesia ni algunos ex militantes». El profesor de Sociología y ex director de la Escuela Social de la Iglesia rememora que «en José Luis y en sus compañeros de Fátima (Nacho, Herminio, Joaquín, José María y varios más) encontré una referencia de acción eclesial renovadora y profundamente encarnada en la realidad social».

A partir de 1982, con su nuevo destino parroquial en el centro de Gijón y cuando en Fátima lo sucedió José María Díaz Bardales, «José Luis no renunció a llevar ese estilo de carta pastoral socialmente comprometida al conjunto de Gijón». A la vez que párroco de San José fue también «arcipreste de la ciudad a mediados de los duros años ochenta, los de la gran reconversión industrial». La trayectoria de José Luis Martínez también merece el elogio del sacerdote José Antonio Santaclara, presidente de la Fundación Siloé: «Fue un hombre que deja impronta y lo recuerdo en su tremenda sencillez, humildad, y siempre comprometido con los momentos más complicados de Gijón, al lado de los obreros y de los trabajadores».

Luis Manuel Flórez, «Floro», presidente nacional de Proyecto Hombre, lo recuerda como «persona que entendió su cargo sacerdotal desde la sencillez de la vida, muy próximo a las obras sociales y un referente para todos de solidaridad. Un hombre bueno en un sentido profundo». El que fuera director de Cáritas Diocesana y hoy es párroco de San Francisco Javier en Oviedo, Alberto Reigada, juzga que José Luis Martínez «demostró, sobre todo, el compromiso de una Iglesia que se preocupa por la gente a pie de calle, y fue ejemplo de la Iglesia samaritana y servicial».