M. CASTRO

De Factorías Juliana al astillero de British Aerospace Systems en Melbourne (Australia). Éste es el viaje de 16.000 kilómetros que ha dado el ingeniero ovetense David Rueda Roca, con escala en Ferrol, en cuyo astillero militar fue recolocado tras la bancarrota del astillero gijonés. Lo que perdió Gijón con el hundimiento de Juliana lo ganó Navantia, que ahora ha aprovechado los conocimientos de ingeniería eléctrica de David Rueda y su dominio de idiomas al convertirlo en su enlace de ingeniería en Australia para coordinar la construcción de dos buques portahelicópteros de proyección estratégica para la armada australiana. Los dos buques se están construyendo en Ferrol, salvo la «isla» (la superestructura donde está el puente de mando), que construye el astillero de BAE Systems en Melbourne con la ingeniería de Navantia. El trabajo de David Rueda tiene como fin ayudar a garantizar que ambas partes encajen.

David Rueda llegó a Melbourne el pasado 24 de febrero y permanecerá en Australia hasta principios de 2013. «Lo que hago es tratar de ayudar a solucionar las dudas y preguntas que tanto desde aquí como desde Ferrol se realizan sobre asuntos de ingeniería del proyecto. Técnicamente, es el trabajo más complicado al que me he enfrentado, aunque me lo facilita mucho la ayuda que recibo desde Navantia Fene-Ferrol, que dispone de algunos de los mejores profesionales del sector», indica el ingeniero, que matiza que fue mucho más complicado su trabajo en la última etapa de Factorías Juliana «por la falta de medios, recursos y apoyos; aunque los buques de Juliana no fueran portaaviones, el entorno era mucho más difícil, complejo y agresivo».

La aventura australiana es una oportunidad para este profesional, que estudió en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales y en la de Marina Civil, en el campus gijonés. «No solamente es fantástico tener la oportunidad de trabajar en un entorno laboral totalmente internacional, sino que poder experimentar una inmersión social y cultural tan diferente de la tuya es algo muy positivo para cualquier ser humano; lo que hace que uno se tenga que abrir y aprender de todo lo que te rodea». Algo que él ha podido hacer al tener garantizada su recolocación en Navantia tras el cierre de Factorías Juliana, unas garantías que sólo contaban para la plantilla propia del astillero. Otros no, «como mis compañeros de la industria auxiliar y de las empresas suministradoras, que eran tan profesionales como yo, e incluso mejores, y que se quedaron tirados en la cuneta, en el paro, o teniendo que emigrar», recuerda desde Australia.

Rememora con tristeza su salida de Factorías Juliana el 30 de octubre de 2009, dejando atrás más de nueve años de trabajo en un astillero que había sido público. Hoy, a sus 37 años, aún le vienen a la cabeza algunos de los proyectos en los que trabajó en el astillero gijonés y sus primeros proyectos como ingeniero en Alemania, tres motores que se usan en el metro de Berlín, en cabinas colgantes del aeropuerto de Düsseldorf y en el tren de alta velocidad por levitación magnética del tren Transrapid alemán. Se considera «ingeniero de trinchera» más que de despacho y siempre tiene en cuenta un consejo que le dio su padre: «Que para aprender en el trabajo escuchase a los que más saben de eso, a los que a veces se les llama de forma equivocada la gente de abajo».

Su trabajo en Melbourne en uno de los mayores proyectos de Navantia (que ya ha construido un buque similar para España, el «LHD Juan Carlos I» y tiene encargados estos dos la Armada de Australia) también le está dejando tiempo para conocer la isla continente y para practicar una de sus aficiones: la espeleología. «Pertenezco a la Victorian Speleological Association (VSA), con los que practico la espeleología por estas tierras. Por otro lado, sigo perteneciendo a L'Esperteyu Cavernícola Espeleo Club de Gijón, lo que me hace ser un embajador de la Federación de Espeleología del Principado de Asturias (FESPA)». De hecho, además de adentrarse en las profundidades del subsuelo australiano, ya está convenciendo a algunos de sus nuevos amigos del VSA para que organicen una expedición a Asturias, para explorar «el paraíso kárstico».

«Lo más diferente de las cuevas australianas es la fauna, tanto fuera como dentro de ellas», a las que hay que acceder con cuidado y haciendo ruido para ahuyentar a las serpientes cuya mordedura puede ser mortal. La fauna es una de las cosas que más le han llamado la atención de un país en el que habitan 20 millones de personas y 40 millones de canguros.

Mantiene el contacto con sus amigos y su familia en España mediante videoconferencias por internet. Un avance respecto a lo que vivió a finales de los años noventa, cuando estudiaba y trabajaba en Alemania y cada tres días revisaba el buzón de correo -y no precisamente el electrónico- o recurría a breves conversaciones telefónicas.

Ahora internet es su nexo con la realidad asturiana «Puedo leer LA NUEVA ESPAÑA o lo que desee sólo encendiendo el ordenador, entrar en la web de Televisión Española y ver los telediarios a la hora que quiera. Incluso puedo escuchar Radio Sele. A todo esto se suman las fotos que le envían de sus excursiones sus amigos del grupo de montaña La Peña, de Nava. La distancia también tiene alguna contrapartida, como la posibilidad que tuvo al poco de llegar a Australia de animar a Fernando Alonso en el Gran Premio disputado en el circuíto de Albert Park.