Con el fin de darle un «toque astur» a la muestra, el hasta ahora director del Festival de Cine de Gijón ha sido destituido. ¿Qué coño será eso del «toque astur»? ¿Irán con montera picona las taquilleras? ¿Se sustituirán las palomitas y las Coca-Cola por castañes, bollos preñaos y sidra? ¿Habrá cantarinos (que no cancios) al final de las proyecciones? ¿Será obligatorio en la gala de clausura el uso de madreñes? ¿Se instalarán juegos autóctonos (rana, llave y bolos) en los aledaños de las salas de proyección? Cantará en bable el concejal de Cultura, rememorando tiempos del «entoldao», antes de dar comienzo, y como telonero, a las películas? ¿Se doblarán los films al pixuetu?...

En fin, en el 50 aniversario lo sabremos, pero algo ha quedado claro: nadie (a tenor de lo oído y leído, amén de los resultados inapelables) se explica que Cienfuegos haya sido destituido. La verdad es que, salvo la «flauta» de las luces navideñas, es difícil de comprender el proceder de nuestros nuevos mandatarios.