C. J.

Las «verjas viajeras» de Jovellanos que cerraban las huertas del ilustrado gijonés se conservan, parcialmente, como cierre de una finca de la parroquia de Somió. La llamada de atención realizada desde diferentes estamentos acerca de la desaparición de este elemento con motivo de las obras del Colegio Jovellanos ha permitido sacar a la luz cuál fue el destino de la citada valla cuándo se procedió a su desmontaje definitivo a principios del siglo pasado.

Las verjas delimitaban, en su origen, la huerta de la casa de los Jovellanos y luego la zona ajardinada, situada entre la vieja Escuela de Comercio y el Antiguo Instituto, que con el tiempo daría paso a la calle Francisco Tomás y Valiente. Una vez desmanteladas pasaron a manos de una familia de Aboño, que las empleó como cierre de una finca de su propiedad entre los concejos de Carreño y Gijón. Allí permaneció colocada hasta que se procedió al reparto de la herencia familiar.

La verja jovellanista que ahora reclaman desde el Instituto y desde la comunidad escolar del colegio público que lleva el nombre del ilustrado fue entonces retirada de la parcela de Aboño, y permaneció abandonada durante un tiempo hasta que una familia de Somió la adquirió para completar el cercado de su vivienda.

Todavía hoy se puede observar que esa misma valla mantiene sus característico remate en punta de lanza. El polémico muro de hierro luce en la propiedad situada en el número 3.119 de la carretera del Infanzón. El resto se perdió durante el proceso de obras en el Colegio Público Jovellanos, que antes de su remodelación lucía una parte del enrejado en la fachada de la calle la Merced.

Portavoces del sindicato SUATEA del ámbito de la educación advertían hace unos días de la necesidad de proceder a la reposición de este elemento, que también incluía un tramo de carácter ornamental hacia la calle de Begoña. «Sería una lástima que se perdiera», apuntaban también desde el instituto que lleva el nombre del ilustrado gijonés.

Uno de los grandes estudiosos de la historia de las «verjas viajeras» de Jovellanos fue Agapito González Rodríguez, trabajador del Archivo Municipal, ya fallecido, que dejó por escrito las sucesivas mudanzas de este elemento ornamental.