Luján PALACIOS

Han pasado dos décadas desde que las inquietudes musicales de un buen puñado de aficionados gijoneses dieran el empujón definitivo a un proyecto que, a día de hoy, está plenamente consolidado. El Taller de Músicos cumple 20 años apoyando a la producción musical en la ciudad y «goza de buena salud», a juicio de su responsable, René de Coupaud.

Junto con Juanjo Mintegui, De Coupaud ha capitaneado la nave desde los orígenes, en unos locales que quedaron libres en los bajos de El Molinón allá por el año 1992, bajo los designios del por entonces concejal de Festejos y Juventud, Daniel Gutiérrez Granda. Hoy, instalados en el Antiguo Instituto y con la perspectiva que da el tiempo pasado, los responsables del taller consideran que «se dio cumplimiento a un sueño de muchos grupos gijoneses que venían luchando desde los años setenta por contar con un local digno para ensayar, con unas mínimas medidas de espacio y seguridad».

La puesta en marcha de este espacio no sólo supuso para los aficionados la posibilidad de contar con un espacio para sus actividades. «Desde el principio tuvimos claro que debíamos hacer algo más: añadir un estudio de grabación e incluso prestar un apoyo a la enseñanza musical, que entonces no existía como existe ahora», indica René de Coupaud. Y eso que lo único que había en un principio eran «espacios vacíos, y hubo que trabajar duro durante todo un año».

Finalmente, el taller nació con su estudio de grabación, una mediateca y un salón de actos polivalente. A todo ello se sumó una importante labor de toma de contacto con todos los colectivos interesados en el proyecto, «no sólo musicales, también docentes».

Este proyecto tuvo desde el principio, como recuerdan sus responsables, tres ejes fundamentales de acción. «La difusión de actividades musicales, la formación para docentes y músicos, y la producción y creación». De hecho, el «programa estrella» del Taller de Músicos siguen siendo las ayudas a la creación, y del estudio de grabación han salido en estas dos décadas «medio millar de maquetas de todos los estilos, desde el jazz hasta la música tradicional, clásica o grupos de profesores que grabaron bandas sonoras para varios proyectos», enumeran los responsables.

Y detrás de la labor de grabación, el taller se congratula de haber puesto en marcha una labor de asesoramiento y tutoría a los aficionados que acuden a su espacio. «No sólo se trata de que los músicos tengan a alguien que les indique cómo funcionan los aparatos, que les solvente las dudas técnicas. Queremos también que en cada momento haya un tutor que controle cada estilo musical para hacer un seguimiento y dar una orientación sobre los productos que se graban».

De esta manera, han contado con profesionales de la talla de Carlos Redondo, Paco «Loco», Xel Pereda o Rubén Álvarez, que han orientado las carreras de muchos principiantes que tuvieron en el taller un buen espacio para su «bautismo» musical. El trabajo en este sentido ha sido, según De Coupaud, «muy grande e intenso, y muy positivo».

Porque en el alma del proyecto está el hecho de que no se exige a nadie conocimientos musicales previos. Cualquiera puede acceder a las instalaciones para hacer sus pinitos, «y siempre contará con apoyo y ayuda».

Hoy en día, con la proliferación de músicos que se «autoproducen», son muchos los que optan por un producto casero. «Es cuestión de modas, y también de objetivos», reflexionan De Coupaud y Mintegui. «En realidad están abriendo un nuevo camino a la música, y está muy bien que así sea, cada uno es libre de escoger su propio producto: hay quien prefiere llevar las riendas de su propia carrera sacrificando parte de la calidad, y no es en absoluto negativo», aseguran.

Pero, aunque así sea, De Coupaud asegura que «un producto con más calidad sigue siendo mejor, y estudios como éste son suficientes para sacar adelante producciones a nivel internacional».

Por ahora, demanda no les falta. Cada año, y a pesar de que hay altibajos, están recibiendo una media de entre 16 y 20 solicitudes anuales, con lo que el estudio de grabación está ocupado casi la mitad del año. El resto del tiempo se dedica a otras actividades como el programa de visitas escolares y los múltiples talleres que se desarrollan a lo largo del curso. El último, por ejemplo, ha sido el de creación de canciones, que tuvo lugar semanas atrás con dos sesiones intensivas. La música antigua y los instrumentos también forman parte de la oferta que el taller pone a disposición de todos los interesados año tras año.

Para el futuro, y ahora que están de cumpleaños, quieren que todos los colectivos relacionados con la música hagan balance de los años de trabajo, «que expongan a dónde creen que debemos encaminarnos, qué más podemos ofrecer». Porque de lo que se trata es de «seguir haciendo músicos».