R. VALLE

Joaquín Cortina Ordiales comenzó su vida laboral como un humilde pinche de 14 años en los Talleres Grov de su natal El Entrego y la terminó en la presidencia del consejo de administración de Talleres Zitrón, la empresa que fundara en 1963 junto a Aurelio Fernández Escandón. Zitrón nació con una nave, cinco trabajadores y dos millones de pesetas, pero ahora mismo, desde Porceyo, ocupa un puesto en la primera línea de las compañías europeas dedicadas a la fabricación de bienes de equipo para minería subterránea y obras públicas, y sus 250 trabajadores, al igual que sus obras, se reparten entre sedes de cuatro continentes.

A esa intensa y fructífera vida laboral que le convirtió en un empresario de prestigio dentro y fuera de las fronteras asturianas se rendirá homenaje este viernes con motivo del acto de inauguración oficial de la calle que lleva su nombre en el polígono industrial de Lloreda (Tremañes). La incorporación de Cortina Ordiales al callejero gijonés fue tomada por la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Gijón el 20 de diciembre del año pasado. Como a él, se les concedió ese mismo honor en ese momento al arquitecto Miguel Díaz Negrete, el filántropo Carlos Sánchez García y el histórico socialista Manuel Vigil Montoto.

Cortina Ordiales, que falleció en Gijón en septiembre de 2002, era ingeniero técnico industrial. Tras su precoz estancia en Talleres Grov, pasó a formar parte de las plantillas de Nespral y, más tarde, Duro Felguera, aunque Talleres Zitrón fue la empresa de su vida. A ella se vinculó a partir de los 40 años este entreguino nacido el 22 de diciembre de 1924. A su labor empresarial sumó Cortina Ordiales su faceta de docente como jefe de talleres en la década de los sesenta del siglo pasado de la Universidad Laboral. Su intensa presencia en el entramado económico asturiano incluye también su participación en la creación o desarrollo de empresas como Constructora Porceyo, Fabricaciones Hidráulicas y Neumáticas, Fundiciones Infiesta y Ermogás.

Sus reconocimientos en vida incluyeron, entre otros, la insignia de oro de Femetal, entidad de la que fue fundador y vicepresidente, el premio al empresario del año que le otorgó en 1998 el Club Astur Manager y su inclusión como socio de mérito en la Unión de Asociaciones de Ingenieros Técnicos Industriales de España. Ahora su nombre se hace calle y lo hace, precisamente, en un polígono industrial. Un buen lugar para un empresario.