Darwin Pacheco -ecuatoriano-, llegó a Gijón hace cinco años con la esperanza de hacer una nueva vida en la ciudad con su mujer y sus hijos. Los bancos le dieron ya entonces la espalda. «Nos decían que no llegábamos a los mínimos para poder hacer frente a los pagos de una hipoteca», relata. Una financiera se ofreció en el último momento a prestarles a Pacheco y a su familia el dinero que necesitaban. El problema llegó cuando tanto él como su mujer se quedaron en el paro. A día de hoy llevan tres meses sin pagar la hipoteca. «Nos hicieron contratar un seguro que ahora no nos dejan cobrar, y tampoco quieren negociar la deuda», argumenta con miedo a un desahucio «que va a llegar en breve». «En su día nos engañaron diciendo que el piso era una buena inversión y que si no podíamos pagar nos quedaba la opción de venderlo y ganar dinero con él», concluye.