La factoría de Suzuki en Porceyo pondrá hoy punto final a casi 30 años de historia. La fabricación a lo largo de la mañana de la última moto que saldrá de la factoría gijonesa a las dos de la tarde cerrará el largo proceso de clausura de las instalaciones, que comenzó en el mes de noviembre del pasado año con el anuncio del cese de actividad, y que supondrá que 169 personas queden en el paro el próximo lunes. Desde que salga la última moto y hasta su fecha de fin de contrato estos empleados se dedicarán a «hacer horas extra». A partir del lunes, 28 de estos empleados podrán disfrutar de otros dos meses de trabajo realizando las labores necesarias para el fin de la actividad en las instalaciones de Porceyo. Además, otros 33 empleados continuarán trabajando -«con total normalidad», según la empresa- en el área de venta y distribución, que permanecerán en la ciudad.

La dirección de Suzuki tardó varios meses en negociar el despido de sus trabajadores, que protagonizaron a lo largo de este tiempo varias protestas por las calles de la ciudad y encierros en el interior de la factoría. Los conflictos entre patronal y sindicatos terminaron en enero. Fue entonces cuando los trabajadores aceptaron la propuesta que llevó a la mesa de negociación la patronal y en la que se recogía una indemnización para cada despedido de 40 días por año trabajado con un máximo de 37 anualidades más 12.500 euros lineales. En total, la multinacional japonesa tendrá que desembolsar 9,2 millones de euros.

«Es un día muy triste», reflexionaba ayer la presidenta del comité de empresa de Suzuki, María Jesús Calvo. «Muchos jóvenes van a engrosar ahora las listas de la empresa más grande de España, la del paro, se quedan en el abismo en una muy mala situación para todos, y además los que nos quedamos no sabemos ni cuánto tiempo vamos a poder seguir en la empresa», concluía la sindicalista.