Ayer al mediodía, con el tañido dominical de las campanas de San Pedro, el denso cortinaje gris del cielo cantábrico se replegó durante casi media hora y hasta dejó que una tímida luz, entre azulada y perla, se filtrara hasta la bahía de San Lorenzo, donde la bajamar descabalgaba a los surfistas. Bastó esa breve tregua, con el mercurio deslizándose en los termómetros por debajo de los 12 grados, para que Alejandra Thassis pusiera a sus discípulas en fila, como a muchachas que salieran de un cuadro de Degas, y la barandilla del Muro se convirtiera en una inusual barra de ballet. La ciudad servía así su particular aperitivo, junto a la arena canela de la playa, para el «Día internacional de la danza», que se celebra hoy, acogiéndose a las palabras del gran coreógrafo taiwanés Lin Hwai-min, autor del manifiesto de esta trigésima primera convocatoria mundial: «Ven, apaga el televisor y el ordenador y ven a bailar. Exprésate a través de este instrumento divino que es nuestro cuerpo».

Las bailarinas, algunas aún muy niñas, ofrecieron una lección de disciplina y gracia artística, pese al frío y a que las condiciones no eran, quizás, las más adecuadas para su concentración. La danza es una disciplina en auge, aunque recluida en teatros y academias, sin demasiado contacto aún con la calle. De ahí la importancia de este tipo de actos a pie de acera, donde el transeúnte puede tomar una primera impresión del rigor y la belleza de esta forma de expresión artística. «La danza es una celebración de la vida», dice Lin Hwai-min en su manifiesto, donde también recuerda, siguiendo textos de la fértil y milenaria tradición lírica china, cómo el movimiento de manos y pies traduce siempre una emoción profunda, cuando ya palabras y canto «no son suficientes».

«Cuando están aquí con este tiempo que hace, es que tienen una disciplina y que están acostumbradas a trabajar, a soportar momentos duros», explicó Alejandra Thassis. Esta concienzuda maestra señaló que hay muchas más niñas que niños siguiendo las enseñanzas de danza, un chico por cada diez chicas. Lo cierto es que todos se portaron con gran profesionalidad. Tan sólo la fuerte lluvia que empezó a batir el paseo de San Lorenzo a las doce y media de la mañana, cuando se apagaban en los bafles los sonidos gitanos de la «Carmen» de Bizet, obligó a todos, bailarinas y público, a buscar algún techo próximo.

El «Día internacional de la danza» fue declarado como tal en 1982 por la UNESCO, que eligió la fecha del 29 de abril por ser el día del nacimiento de Jean-Georges Noverre. Innovador estudioso, este bailarín y profesor francés fallecido en 1810 está considerado el creador del ballet moderno. Para Lin Hwai-min, que ha fusionado en sus coreografías tradiciones asiáticas con la danza contemporánea, esta disciplina artística «habla de lo intangible», pero también «revela el estado de ánimo de una persona y el temperamento y el carácter de un pueblo».