«Que no somos de aquí, que somos de Bilbao, por eso llevamos la bici a todos lados». Entre éste y otros cánticos animosos, y no por ello menos reivindicativos, transcurrió la marcha ciclista organizada dentro del programa de la «Crixixona», una reunión anual de ciclistas de toda España que este año se celebró en Gijón. El objetivo, «reivindicar la bicicleta como medio de transporte y que circulen en igualdad de condiciones que los coches».

Una quedada de ciclistas que nació a partir de la formación de las «masas críticas» en las poblaciones españolas, un movimiento espontáneo que hizo que los ciclistas de cada zona se reúnan una vez al mes para circular juntos y reivindar así su forma de moverse. «De hecho, si es por reivindicar, yo reivindico la bicicleta todos los días, porque la uso para ir a trabajar», señalaba el gijonés Isaac Murciego.

La marcha de la «Crixixona» salió de la explanada de Poniente y reunió a unos doscientos ciclistas pese al viento, la lluvia y el frío. «La lluvia no para a un ciclista», rezaba uno de los múltiples carteles que portaban los integrantes de la marcha.

Entre ellos, un animoso grupo formado por Diego, Juanjo, Ana, Ángel y Álvaro, provenientes del País Vasco, Toledo, Getafe y Madrid. «Estoy aquí porque no tengo dinero para costearme un coche», bromeaba Diego. «Lo que nos une son las bicis», aseguraba Ana. Más serio se ponía Diego a la hora de expresar el reivindicativo sentido de la quedada ciclista. «Reivindicamos el uso de la bici como transporte habitual. "No es deporte, es un medio de transporte", cantamos. No tienen ni que invertir. Las infraestructuras que hay nos valen mientras se compartan. No queremos ni carriles bici, ni cascos. Queremos compartir las vías», proclamaba. Entre sus peticiones, limitar a 30 kilómetros por hora la circulación en las calles.

Otros, sin embargo,se mostraban más favorables al carril bici. «Hay pocos porque los ven como algo turístico y no tienen en cuenta a la bici como medio de transporte diario», opinaba el langreano Jorge Fernández, reservista voluntario del Ejército que se enfundó un traje militar para soportar la lluvia. Tras la marcha, los ciclistas se pudieron atechar en el tendayu del Museo del Pueblo de Asturias, donde disfrutaron de música y espicha.