Desde que hace más de una década Manuel Ángel Martínez Cernuda pisara por primera vez la montaña asturiana, su vida no ha vuelto a ser la misma. Aficionado a la escalada y el paracaidismo, este gijonés de adopción -nació en Piedras Blancas el 22 de abril de 1980- lleva desde entonces proponiéndose a si mismo retos cada vez más apasionantes. Sin tenerle miedo a nada. La pasada semana ni tan siquiera la imagen difundida por los medios de comunicación de medio mundo del aventurero Álvaro Bultó perdiendo la vida al realizar un salto con traje de alas impidió que Cernuda imitara al catalán en el Picu Urriellu. Cumplía así uno de sus sueños y se coronaba como la primera persona en realizar esta hazaña en Asturias. «Volé 15 segundos a 150 kilómetros por hora», repite el gijonés, que se tiró al vacío desde una roca sin tan siquiera mirar atrás.

Martínez Cernuda comenzó su formación en el colegio Villar y en el Instituto Isla de la Deva de Piedras Blancas. El traslado a Gijón de varios de sus familiares le obligó a cambiar de domicilio justo cuando cumplía la mayoría de edad. Su mudanza forzosa a la ciudad tampoco consiguió que se quedara quieto.

El, por aquel entonces, nuevo vecino de la villa de Jovellanos completó su educación a caballo entre los cursos de formación profesional que se impartían en los institutos de Tineo y Luces; para acabar estableciéndose como autónomo y capitaneando los designios de su propia empresa de jardinería hasta el otoño de 2004. Ese año dejó el trabajo para cumplir otro de sus sueños: convertirse en bombero. Cernuda asegura que, a pesar de que lleva ya casi una década estudiando sin parar, «es difícil» conseguir una plaza de funcionario. Pero no pierde la esperanza.

Quienes conocen a este deportista extremo dicen de él que es un «trabajador incansable». Relatar todo su currículum lleva un tiempo. A su época de autónomo y a sus veranos en el servicio de salvamento de playas del Ayuntamiento de Gijón, aún hay que añadir varios meses como empleado en las instalaciones de El Musel. Allí Cernuda se pasaba noches y tardes soñando con la montaña.

Poco tiempo tiene este joven inquieto para aficiones que no tengan nada que ver con el deporte extremo, el snowboard o el montañismo. Aunque las estanterías del piso en el que vive aún guardan decenas de libros que el deportista ha ido comprando a lo largo de las últimas semanas con el objetivo de sacar tiempo, algún día, para aprender más de otra de sus pasiones: la mitología y la cultura asturiana en todos sus ámbitos. Manuel Ángel Martínez Cernuda es, además, un seguidor de grupos asturianos, que persigue por conciertos de toda la región, como la popular noche celta de Granda.

Consciente de que «no se puede vivir de hacer saltos como el del Urriellu», el gijonés espera, no obstante, que un patrocinador pueda financiarle parte de un hobbie que, por otra parte, en ocasiones trae de cabeza a su hermana -informática en Madrid-, y a sus padres, preocupados por las hazañas del treintañero.