Un cartel en el acceso al pantalán, justo antes de acceder a la "Nao Victoria", recuerda que en ese buque se vivió la mayor hazaña marítima de todos los tiempos: la primera vuelta al mundo. "Parece increíble que lo consiguieran. Fueron unos valientes", señala el avilesino Alfonso Toyos desde el timón del barco, junto a su hijo Marcos, de 3 años, al que le gustaría ser capitán de mayor. Alfonso y Marcos fueron dos de las tres mil personas que ayer visitaron el interior de esta réplica atracada en el puerto deportivo.

A las once de la mañana comenzaron las visitas guiadas, y hasta su cierre, a las siete de la tarde, las colas para acceder al barco fueron inmensas. "Para ser el primer día en la ciudad la cifra ha sido muy alta y más tratándose de un día laborable. No es normal tener tantos visitantes como hemos tenido aquí en Gijón. Lo normal es que el resto de días baje el ritmo, pero con esta acogida no podemos aventurar nada", señala José Gutiérrez, contramaestre del barco.

"Merece la pena verlo. Está muy chulo. Es un reclamo turístico muy importante para la ciudad", señala desde los camarotes Eva Cifuentes, que acudió junto a sus hijas Carla y Cecilia, que disfrutaron con el barco, pero que reconocieron que su plan para dar la vuelta al mundo sería distinto. "Antes dormíamos en casa en literas como los marineros. Nos encanta, pero preferimos viajar en un crucero", señalan.

Las pequeñas Alicia López y Alicia Escapa quedaron impresionadas al ver un "barco grande tan de cerca" y porque les recordó a los que ven en la televisión y el cine: "Es como el barco pirata de 'Piratas del Caribe'". Junto a ellas Rafael Escapa se queda con un detalle histórico: "Está muy bien, pero esta réplica cuando dio la vuelta al mundo hace diez años no lo hizo pasando el Cabo de Hornos como el original de hace cinco siglos".

La comparación con un barco pirata y el hecho de que pudiera navegar fueron los detalles que más impactaron a los niños que visitaron junto a sus padres y abuelos la "Nao Victoria" en la primera jornada abierta al público, que se alargará hasta el domingo, en un horario de 11.00 a 19.00 horas y con un precio de dos euros los adultos y uno los menores de 13 años. Pero el resto de elementos también llamaron la atención. "Nos gustaron los camarotes, no son ni grandes ni pequeños. Y el comedor tenía poca comida", sonríen Iria Landeira, Elena Caramés y Alba Saldaña.

Jorge Banciella, padre e hijo, quedaron impresionados con la bodega, y "encantados con todo el barco en general". Y al pequeño Tiago Mogrovejo le caía la baba con los cañones. Como a David Alacyturraga, que de la emoción no sabía decidir con qué parte del barco se quedaba como su favorita.

La impresión de los visitantes en la primera toma de contacto de la "Nao Victoria" con el público fue muy satisfactoria. Incluso los ancianos del centro de día Vital Astur se acercaron a verla de cerca. Pero también hubo alguna voz crítica. "Ha sido un poco caótico. Está demasiado masificado de gente. No se puede disfrutar tanto, y eso que es muy meritoria la hazaña que aquí se consiguió", explica Vicente Monato, sentado en una de las mesas del comedor.

La "Nao Victoria", capitaneada por Rosario Fernández, es una réplica del barco que dio la vuelta al mundo en el siglo XVI. Y sus 25 metros de eslora y 7 de manga componen el primer éxito y la mayor atracción de la Semana Santa en Gijón.