Las parvas de carbón que se acumulan junto al muelle de la terminal de graneles sólidos, EBHISA y en los aledaños de la ampliación de El Musel, pueden llegar a alcanzar los 25 metros de altura, más que un edificio de ocho plantas. Proteger de la acción del viento, mediante apantallamientos, estas montañas de carbón, cuya base puede llegar a tener hasta un cuarto de kilómetro de largo, es una de las medidas que tendrá que estudiar la Autoridad Portuaria de Gijón, a instancias de la Consejería de Medio Ambiente del Principado.

La medida no es de aplicación sencilla, como ya adelantó la presidenta de El Musel, Rosa Aza, el pasado jueves, cuando apuntó que habrá que hacer un estudio de vientos para decidir si es una alternativa efectiva, debido a la amplitud de la superficie que se tendría que cercar.

Ante esta propuesta se mostraron ayer escépticos tanto trabajadores portuarios como ecologistas, debido al tamaño necesario de las pantallas para proteger parvas de carbón de 25 metros de alto en un muelle como el de EBHISA, por ejemplo, de casi un kilómetro de largo.

Las citadas fuentes portuarias señalan que las dos alternativas viables son el riego de las parvas con agua durante la operación en las mismas y con tensoactivos para sellarlas cuando no se trabaja en ellas, o almacenar el mineral a cubierto, como hacen concesionarios en los puertos de Coruña y Santander, algo inviable en opinión de la Autoridad Portuaria por su coste económico.

Por su parte, Francisco Ramos, de Ecologistas en Acción, ante las "alturas enormes" de las parvas de carbón "no hay estructura" que pueda aportar un apantallamiento eficaz. Ramos recordó que el Puerto de Avilés obligó a Asturiana de Zinc a guardar a cubierto la blenda. Azsa invirtió 11 millones de euros en una nave para almacenar el mineral, de mayor densidad que el carbón.