Lo de Fomento, Renfe y Gijón es, en mi opinión, de museo del disparate. Me estoy refiriendo a esa especie de rompecabezas que desde hace tantos años tienen montado los políticos y los responsables de los organismos correspondientes, en torno a la nueva estación de ferrocarril en nuestra ciudad.

En los últimos 25 años nos han hecho cambiar dos veces de estación, como quien cambia de camisa o pantalón, pero con la diferencia de que mientras esto último es de suma utilidad y barato, por el contrario, lo del cambio de estación, de forma repetida y sin carácter definitivo, es un despilfarro de millones sin ton ni son, pero a nuestra costa. Cuesta entender que no haya forma de hacer pagar a los políticos por tanto despropósito y tanto error, y se puedan ir a sus casas cuando abandonan sus cargos dejando tanta chapuza y tanto gasto injustificado detrás de sí, sin que nadie pueda pedirles responsabilidad alguna. Estos señores dan la impresión de jugar con el dinero ajeno con una irresponsabilidad total. Me importa un bledo el partido al que pertenezcan, lo que me importa es el dinero que como ciudadano cumplidor de mis obligaciones fiscales pago con mis impuestos, para luego ver cómo otros lo malgastan y despilfarran de manera irresponsable.

Tantos millones gastados, tanta obra y tanto incordio para la ciudadanía, para ahora volver al punto de partida. Esto es de locos, no se entiende un carajo; menos aún que Fomento venga ahora con estas nuevas, cuando faltan apenas tres meses para unas elecciones que viendo como están las cosas y la gente tan quemada, es más que probable que a la titular de esa cartera le falte tiempo para poner su firma sobre el documento definitivo y lo pueda llevar al BOE antes de que las urnas la manden a ella a su casa.