"Solo compramos fruta". Hasta en más de una docena ocasiones, Justina C. I. negó ayer ante el juez que ella y su hija Ana Belén O.C. hubieran contraído una deuda con el dueño de una frutería de la calle Miguel por haberle comprado empanadas, bollos de chorizo, mojis o caracolas. "Quieren sacarnos el dinero", explicó. Ana Belén declaró que abonaron tras el primer mes una factura de 372 euros, pero que no la pudieron presentar como prueba debido a que "se le extravió al anterior abogado" y que en ningún caso la deuda contraída asciende a 807 euros, la cifra reclamada por el frutero.

El Ministerio Público, por su parte, mantuvo que los hechos constituyen un delito de estafa y la solicitud de un año y cuatro meses de prisión para cada una. "Se trata de un palmario y deliberado engaño. Se ganaban la confianza de su víctima para beneficiarse a costa de él. Es su puesta en escena habitual. Un engaño insidioso", subrayó el fiscal en sus conclusiones.

La primera en declarar fue la madre. Justina mostró confusión en algunos momentos y se contradijo sobre algunas fechas en sus manifestaciones. En lo que no dudó fue en señalar que "todo lo que se le compró se le pagó".

Después, en su turno, Ana Belén, la hija, relató que la mercancía que les servía "era encargada verbalmente, en ningún momento le presentamos ninguna nota con el pedido". Ese punto fue uno de los que más controversia creó, ya que la víctima presentó como pruebas las notas manuscritas que le entregaban para los pedidos y en las que incluso decían: "Pago el próximo viernes en la mañana temprano. Muchas gracias a ti y a tu familia".

Entre las notas de pedidos presentados por la acusación se incluían algunas peticiones curiosas por la cantidad de alimentos. Uno de ellos incluía cuatro kilos de manzanas, cuatro de melocotones, uno de plátanos, uno de paraguayos y otro de maracuyá; además de tres mojis, tres caracolas, seis bollos de chorizo, una barra de pan y una empanada de bonito. Pedidos, que en cantidades bastante similares, se repitieron entre los días 22 y 26 de julio. "Adelantaba cosas que me pedían con mi dinero y se las llevaba a casa", señaló Miguel Jesús V.B., que reconocía que también le habían encargaban flores, detergente o recargas de teléfono móvil. Además recalcó que sirvió a Justina y Ana Belén durante tres meses y que solo le pagaron tras el primer mes, en torno a mediados de julio de 2014.

La abogada de la defensa pidió la absolución de ambas debido a que, a su juicio, "los tickets presentados no demuestran gastos superiores en ningún momento a 400 euros. En muchos casos los pagos están duplicados". Los hechos tuvieron lugar entre junio y agosto de 2014, cuando las dos acusadas, según el Ministerio Fiscal, aparentaron una solvencia económica de la que carecían para recibir suministro del dueño de la frutería Miguel a final de mes, dejando deudas por importe de 807 euros.

El pasado mes de septiembre ambas ya habían aceptado una pena de 21 meses de cárcel tras reconocer ser las responsables de estafar casi 6.000 euros a varios empresarios de hostelería de la ciudad entre el 26 de julio y el 24 de septiembre.

Ahora se enfrentan a una condena de un año y cuatro meses por delito de estafa al dueño de una frutería. Y todavía tienen pendiente otra deuda de 1.000 euros a un confitero de Lugones cuando la madre, de 80 años, y su hija, que se hizo pasar por la asistenta, pedían a domicilio una gran cantidad de dulces y bocadillos, unos hechos que tuvieron lugar en octubre de 2014.