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La OSPA, en todas las estaciones

La Orquesta Sinfónica del Principado encandila al Jovellanos con la obra más conocida de Vivaldi y con numeroso público joven en el patio de butacas

Héctor Corpus, durante su intervención solista en el "Verano" de Vivialdi. M. L.

El acontecimiento fue doble, anoche en el teatro Jovellanos. Se estrenaba la temporada de nuestra orquesta sinfónica (OSPA), con un programa espectacular, motivo mas que de sobra para celebrarlo, y por otra parte, para nuestra sorpresa, se llenó el patio de butacas. Insólito. ¿Es posible que Gijón esté cambiando?, nos preguntamos.

No, lo que cambiaron fueron los precios de las localidades. Interesante lección; alguien tendrá que echar cuentas a ver que es más rentable, si multiplicar las unidades por mucho, o un mucho por las unidades. Entre el público había gran cantidad de gente joven, estudiantes posiblemente del Conservatorio, que mostraron su admiración al finalizar las diferentes partes del programa. Pero, como corresponde, andan abundantes de entusiasmo, pero no de dinero.

Este año nuestra OSPA cumple 25 años, un tiempo en que vimos encanecer el pelo negro del concertino Alexander Vasilev, jubilarse a algunos grandes como Amayak Durgariam, y cómo superaba Vladimir Atapin un grave accidente. Magníficos maestros que un día se enamoraron de Asturias y decidieron quedarse, para aportar a los genios locales su notable escuela. Cinco lustros en que, entre todos, han hecho felices a los que amamos la música. Ayer, de la mano de Vivaldi y de Chaikovski, en sus estilos barroco y romanticismo nos ofrecieron un concierto insuperable.

Las Cuatro Estaciones de Vivaldi ocuparon la primera parte, con una orquesta de cámara, sólo de cuerdas -violines, violas y violonchelos-, y un clave. Dirigidos por el titular de la formación, Rossen Milanov, sin chaqué, pero cuidado, hemos tenido noticia de que el traje que lleva, gris marengo, es un modelo de Armani. En cada estación actuó como solista de violín diversos titulares de la OSPA. De este modo, Pedro Ordieres intervino en la Primavera, Héctor Corpus en el Verano, la rusa Eva Meliskova en el Otoño, y por último Alexander Vasilev en el Invierno. Todos los hicieron estupendamente, describiendo junto a la orquesta, imágenes sonoras de hielos, patinajes, caza, pájaros, danzas...

La segunda parte estuvo dedicada a la Sinfonía nº4 en fa menor, de Chaikovski, por muchos considerada su obra más perfecta, dotada de un colorido gloriosamente directo. La orquesta, ya repuesta en toda su dimensión, estuvo brillante, espectacular. Al final, suponemos que los maestros se habrán sorprendido de la ovación que les tributó el Jovellanos. Larguísima y merecida.

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