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Risoterapia animada contra la violencia

Los directores gijoneses Luis Pelayo y Enol Junquera aspiran a lograr el premio "Goya" a mejor cortometraje de animación

Enol y Luis Pelayo Junquera, autores del corto "Judge Dredd: Superfriend". ÁNGEL GONZÁLEZ

Se dedican al cine, trabajan a las órdenes de Hollywood, están preseleccionados para los premios "Goya" y son de Gijón. Luis Pelayo y Enol Junquera, de 32 y 25 años respectivamente, son hermanos y apasionados del séptimo arte. El pequeño, por influencia del mayor, aunque a la hora de contar una historia y tomar decisiones no se impone el criterio de la edad, sino el sentido común y la profesionalidad que les caracteriza. Estos incipientes directores de cine han triunfado con el corto de animación "Judge Dredd: Superfiend", que se proyectó en la noche del corto español de la última edición del Festival de Cine de Gijón.

Luis es combativo, medita las ideas antes de expresarlas y tiene una fina ironía para dar en la diana. Estudió Cine en Ponferrada. "Mi madre se rió cuando se lo dije", recuerda. Comenzó a trabajar en el sector en imagen real. Enol, más impulsivo y con carácter apaciguador, siguió la estela de su hermano mayor. "El primer día que llegó a casa con una cámara de vídeo empecé a chanchullear con ella y me encantó", confiesa. Él optó por el género de la animación. "Fue con 'Buscando a Nemo'. En los extras se veía a todos trabajando y acababa en un plano en el que lo celebraban con mariachis. Y pensé: 'Quiero hacer animación'", explica Enol. "Lo bueno es que así no tienes que tratar con actores", matiza Luis que, pese a las risas, agrega otra puntualización. "Con la animación puedes conseguir exactamente lo que quieres. No es más difícil, sí más costoso", recalca.

Prueba de ello son los veinte meses que permanecieron encerrados entre cuatro paredes para dar vida al protagonista de su film, el Juez Death (Juez Muerte). Un ser al que no se puede considerar como humano -dicen- por su despiadada y bélica condición. Su antagonista es el bueno, el Juez Dredd, un personaje de cómics británico que inspiró a estos dos gijoneses a llevar a cabo una historia para adultos llena de humor y violencia. A veces, incluso, les acusan de promover la violencia. Curiosamente su protagonista perpetra, en el corto, una matanza en una discoteca.

Evidentemente, nada sabían de que después sucederían los atentados de París, incluido el de la discoteca Bataclan. "La violencia es algo que existe, puedes afrontarla o negarla. Esto último sería ridículo", espeta Luis que matiza que "la representamos como algo reprobable, nos reímos de ella". "Es un ejercicio muy sano poder reírse de los defectos del ser humano para poder corregirlos y no potenciarlos", revela y pone un ejemplo: "Hay películas que potencian la guerra, como la última de Clint Eastwood". Ambos lo tienen claro. "Nuestro personaje no es un ser humano, es una fuerza de la naturaleza. Igual que Bardem en 'No es país para viejos'. Empieza con ciertos valores pero hay un momento en que muere y vuelve convertido en un monstruo", sostienen.

¿Y estos dibujos son para niños? La respuesta es contundentemente negativa. "Asociar animación y niños es un concepto muy occidental. En Asia hay animación para todas las edades, pero aquí solo sabemos copiar a Estados Unidos y no salir de 'Barrio sésamo'", recrimina Luis. "En Japón no se considera la animación para niños. Es un género más. Si aquí no es igual la percepción es por un prejuicio en nuestra mentalidad", apostilla Enol. Ambos concluyen el tema poniendo en valor la mejor crítica cinematográfica que han recibido desde que se dedican profesionalmente a esto. "Habéis conseguido que los dibujos con los que crecí, crezcan conmigo. Los habéis trasladado a la edad adulta", cuentan que les dicen. Quieren desterrar tópicos y abrir el mercado de la animación a una edad universal. Creen que "el cine se está infantilizando mientras que las series se van enfocando a la edad adulta".

Los hermanos Junquera se complementan a la perfección. También en sus respuestas, donde no faltan ironía y sarcasmo. Y alguna extravagancia, fruto de su condición de artistas y creadores. "Ojalá se valorara el arte, se respetara y se remunerara en este país", anhela Luis. Ahora se cambian las tornas y es Enol el que dispara a quemarropa. "España debería pulir su criterio cinematográfico. No se subvenciona la calidad, se subvenciona el tema. Se compra por los sentimientos", denuncia.

Ambos esperan ansiosos a que se desvele en los próximos días si finalmente son nominados a los premios "Goya" en la categoría de Mejor cortometraje de animación, al que optan otros nueve directores. Son optimistas pero conscientes de la dificultad que entraña. Pero aun así, se atreven a improvisar un discurso de agradecimiento. "Los verdaderos productores de la película fueron nuestros padres, por mantenernos. A mi abuela por dejarnos vivir gratis en un piso que tiene. Y a nuestro productor americano, Adi Shankar, porque confió en nuestro producto sin conocernos".

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