Empieza a ser esperable que cada una de las nuevas aventuras de Astérix y sus amigos galos se traduzca al asturiano; que la historia se publique al mismo tiempo que se hace en las más de cuarenta lenguas a las que se vierte, incluido el castellano, el catalán, el gallego y el euskera. Es una decisión del sello Salvat-Bruño. Detrás de esas versiones al bable está la filóloga María Xosé Rodríguez, que es también la responsable de la Oficina de Normalización Llingüística de Gijón. "Creo que mi última traducción ha quedado muy digna", aseguró ayer, en un acto organizado con motivo del décimo aniversario de L'Arribada en el que comentó cómo afrontó el último encargo: "Astérix y el papiru de César".

María Xosé Rodríguez recibió el encargo de Bruño el pasado 4 de mayo. La traducción debía estar lista veintiún días más tarde. Al final, al igual que los otros traductores de la última aventura de Astérix, tuvo tres días más de plazo. Tradujo al asturiano directamente del francés, sin posibilidad de cotejar otras versiones de las 48 páginas (43 planchas) de la historia firmada por Jean-Ives Ferri (guión) y Didier Conrad (ilustración). "Fue un trabajo intenso, agotador, pero muy reconfortante", explicó ayer.

El personaje ideado por Goscinny (guión) y Uderzo (dibujo), cuya aparición en público fue en una revista, en 1959, ha tenido una buena relación con el asturiano. Xosé Antón González Riaño ya tradujo en 1992 "Astérix en Britania". Fue María Xosé Rodríguez quien hizo la versión al bable, en 2013, de la primera aventura ideada por autores que ya no era el tándem que creó al personaje. La publicación de "Astérix na tierra los pictos" se hizo de manera simultánea en más de cuarenta lenguas, incluido por primera vez el asturiano. Desde entonces, la responsable de la Oficina de Normalización Llingüística de Gijón ha vertido también los dos primeros volúmenes de la serie, "Astérix el Galu" y "La foceta d´oru", editados en 2014 y 2015, respectivamente.

María Xosé Rodríguez resumió ayer "El papiru de César", cuya versión incluye guiños periodísticos que los asturianos sabrán reconocer, como "una aventura clásica donde las haya", con un "malo malísimo" (se dice que inspirado por un conocido publicista francés), un bueno de libro y la idiosincrásica comunidad gala que depende de la astucia de Astérix y la fuerza bruta de Obélix.

La traducción al asturiano tiene sus dificultades. Según explicó la traductora, hay que dar los equivalentes al uso que los autores hacen de la pronunciación francesa para crear dobles sentidos: "A veces no es fácil y siempre te facilita las cosas hacer la traducción de algo ya traducido". El contrato de confidencialidad exige, como es de esperar, secreto total sobre los contenidos y traducir directamente del francés, al ponerse a la venta las distintas versiones en todo el mundo a la vez. "La verdad es que un reto muy estimulante", añadió la traductora. Se editan 1.500 ejemplares en asturiano.