En las parroquias, en los colegios, en el Sanatorio Marítimo, en el Antiguo Instituto o en el Jardín Botánico, con todo lujo de detalles, vistas panorámicas, figuras minuciosas y diferentes efectos de luz se construyen al milímetro los distintos belenes que iluminan la navidad en Gijón. "Para mí todos son guapos", destaca Plácida Novoa, presidenta de la Asociación Belenista, que explica que "en el concejo se pueden ver más de veinte diferentes, a los que habrían que sumar los particulares, los de los colegios y otras entidades que compiten en nuestro concurso de belenes".

Una parada obligatoria todos los años para los belenistas es la del Sanatorio Marítimo. Ocupa una extensión de 40 metros cuadrados y tiene una profundidad de cuatro metros para sus aproximadamente 150 figuras. En sincronía con los ciclos de iluminación, una banda sonora reproduce los sonidos del ambiente, tanto en el día como en la noche. Y junto a un río, cuyo cauce ronda unos tres metros, también pueden contemplarse utensilios de la vida cotidiana reproducidos en muchos casos con todo detalle.

En el Antiguo Instituto se encuentra instalada la obra de la Asociación Belenista. Uno de los datos llamativos es que cada cúpula está pintada y pegada, piedra a piedra, hasta llegar a las 1.500. "Lleva un portal de belén o un establo ruina. Su construcción y perspectiva lo hacen más atractivos", señala Novoa, que también incide en que "la ganadería llama la atención y es importante que las figuras vayan en consonancia en cuanto tamaño".

En el colegio de la Inmaculada, bajo la coordinación del profesor del centro Eusebio de la Vega, han dado un giro a su belén a nivel de figuras y perspectiva. La parte frontal es totalmente nueva, con una posada, tenderos de telas, y, por supuesto, agua. Ahí destaca la instalación de un gran acueducto que transporta el agua hasta una fuente, con cascada incluida. Todo hecho artesanalmente, a mano, desde el mes de septiembre en largas jornadas de trabajo, por las familias participantes. El juego de luces permite ver la ciudad en dos ambientes, de día y de noche. "Es una tradición en el colegio que se hace con mucho cariño por parte de todos", explica De la Vega.

En las parroquias disfrutan cada año aportando cada feligrés su grano de arena. En El Coto llevan tres décadas preparando "un belén muy delicado y con mucho detalle", destaca Fernando Fueyo, su párroco. "Es muy variado, tiene todos los elementos de los belenes, con desierto, agua y una cascada hermosa. Además está programado para que represente la noche y el día", destaca. El de la iglesia de San Pedro destaca por su luminotecnia. "Tenemos efectos luminosos hechos con un proyector y, en un momento dado, cuando se hace de noche, aparece el cielo, el ángel, y el coro de los ángeles", explica su párroco, Javier Gómez Cuesta, que destaca el casi centenar de piezas que lo componen y los 30 centímetros de altura de los Reyes Magos.

También en las parroquias de San Lorenzo, Serín o San Andrés de los Tacones se reproducen belenes con mucho encanto. O en el Jardín Botánico, con 32 piezas de tamaño real. O el que estará presente en Mercaplana una vez se lleve a cabo su inauguración el 25 de diciembre. Pero siempre con el denominador común de cuidar hasta el más mínimo detalle para trasladar el espíritu navideño.