J. L. C., acusado de ayudar a eliminar las pruebas del asesinato de Nuevo Roces así como de trapichear con heroína junto al presunto asesino, mostró una actitud mucho más colaborativa que éste en el juicio. No se negó a contestar preguntas, aseguró que las cuatro papelinas encontradas en su domicilio junto a una balanza de precisión eran "para consumo propio" e incluso relató su versión del día en el que M. A. D. L. se presentó en su domicilio de Candás "para ver la carrera" por televisión y le invitó a heroína.

Se trataría de la misma droga (de un 25% de pureza) que le había entregado la víctima al presunto asesino. "Tenía una piedra de heroína, me invitó y estuvimos fumando", contó J. L. C., que reconoció que "partió la piedra" para darle una parte. Según contó, desconocía que la droga pudiese provenir de un hombre asesinado. "Cuando uno es toxicómano y le ofrecen una dosis, en lo último que piensa es de dónde viene", aseguró. Asimismo, contó que "no sabía" que M. A. D. L. introdujo en el maletero de su coche pruebas del crimen con la intención de quemarlas. "Mientras estaba pendiente del perro metió bolsas en el coche. No sé lo que llevaba. Pensé que serían cosas personales porque tenía problemas con su pareja", narró. Tampoco sospechó cuando pararon en una gasolinera para adquirir un bidón de combustible. "No tenía motivos para preguntar qué tenía en el maletero", afirmó.