La importancia de la pintura del gijonés Evaristo Valle (1873-1951) está fuera de duda. Es uno de los grandes pintores españoles de entresiglos, además de un personaje de extraordinarias facetas. Menos conocida es, sin embargo, su producción literaria. Se dice que en España sólo dejan ser una cosa, así que al gran artista asturiano se le ha escamoteado ese perfil de escritor. "Su literatura completa su genialidad como pintor", aseguró ayer Alicia Vallina, quien presentó en la sede de la Fundación Alvargonzález, en Cimadevilla, el libro "Evaristo Valle (1873-1951): un pintor entre líneas", donde aporta nuevos datos a la biografía clásica que firmó Enrique Lafuente Ferrari.

"La literatura y la pintura tienen mucho que ver en la vida de Valle, hay una comunión entre ambas", señaló Vallina, para quien sería muy oportuna la publicación de las, al menos, diez comedias que el pintor dejó inéditas a su muerte. De Valle se conocen sus fundamentales "Recuerdos de la vida de un pintor". Y menos la novela "Oves e Isabel", que dio a la estampa en 1919, y la pieza teatral "El sótano", que se publicó después de la muerte del artista, en 1951, pese a la que la había escrito en 1935, inspirándose en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934.

"Los temas de su literatura son los de su pintura: repite tipos y es una escritura que se centra, en tiempos de crisis, en la tierra", indicó Vallina. Sierense de 1976, licenciada en Ciencias de la Información y doctora en Historia del Arte, su investigación aporta cartas inéditas entre Valle y el filósofo Ortega y Gasset o con Ignacio Zuloaga, a quien el gijonés había conocido en su etapa parisina.

"Se rescatan también cartas a José María Rodríguez, que era el marido de María, la sobrina de Valle", apuntó la investigadora. Intuye que es Rodríguez quien presenta a Valle y Ortega. El pintor admiraba al pensador y compartía muchas de sus ideas. Vallina, que ha buceado en la importante documentación del pintor que se custodia en la Fundación Evaristo Valle, propone nuevas explicaciones para algunas etapas biográficas. Así las relacionadas con el padre del artista, magistrado que siguió la carrera de Ultramar y murió, a su juicio, de fiebre amarilla. Cuenta también las dificultades para la repatriación de la familia y los entresijos del primer matrimonio del progenitor, antes de la boda con la madre de Valle.

Este libro, que ensancha los estudios dedicados a uno de los nombres fundamentales del arte asturiano, ha sido editado al alimón por la Fundación Alvargonzález y la Fundación Azcona. Sus representantes, Ramón Alvargonzález y Ladislao Azcona, acompañaron ayer a Alicia Vallina, junto con Joaquín Planell.