La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Caldones apaga La Bombilla

El clásico merendero echa el cierre debido a la jubilación de Angelita Díaz, su gerente, que descarta un futuro traspaso del establecimiento

Angelita Díaz, a la puerta del restaurante La Bombilla, en Caldones. ÁNGEL GONZÁLEZ

Adiós a un establecimiento hostelero con solera. La Bombilla, de Caldones, se despidió ayer para siempre de toda su clientela tras 50 años de cocina tradicional asturiana y de servir, incluso, hasta a cuatro generaciones distintas de una misma familia. Las cosas cambian. Y eso es algo que sabe muy bien Angelita Díaz, la ya jubilada gerente del restaurante-merendero e hija de los fundadores, Alfredo Díaz -fallecido en agosto de 2009- y Angelita García. "Llegamos a atender banquetes de más de 150 personas, pero los tiempos ya no son los mismos. Se abrieron grandes negocios de hostelería que ofrecen, por ejemplo, castillos hinchables para los niños en las comuniones. Y se acabó. Nosotros no podemos competir con eso porque no tenemos más espacio por donde crecer", lamenta.

La crisis económica y los controles de alcoholemia fueron otros factores que influyeron en que el éxito de La Bombilla se fuese diluyendo en los últimos años. "Porque siempre llega un momento en el que no puedes crecer más y empiezas a decrecer", resume Angelita.

Han sido muchas las cosas que han cambiado durante todo este tiempo. Una de ellas, el aspecto original de la casona donde se ubica el ya cerrado restaurante. "Mis padres tuvieron que reformarla entera porque era más vieja que Matusalén. Se tiró todo y se hizo tal cual se ve ahora", explica Ángelita Díaz.

Con el cierre de La Bombilla se pierde la posibilidad de disfrutar de un buen plato de fabada o de menestra, "recetas de mi madre que gustan mucho", con unas vistas que han enamorado a propios y extraños durante las últimas cinco décadas. "Claro que nos da mucha pena cerrar. En los últimos días han venido muchos clientes a despedirse, pero las cosas se han vuelto más complicadas", reflexiona Angelita.

El futuro siempre está por escribir, pero hay cosas que de momento no entran en los planes de los propietarios de La Bombilla. Una de las ideas descartadas es arrendar o vender el negocio. "No vamos a hacerlo. Además, nosotros vivimos arriba. Y somos tres personas", indica.

De momento, el único plan que Angelita tiene en mente es descansar. "Sí hemos pensado en irnos de vacaciones", adelanta con una sonrisa en la cara. Unas vacaciones que son más que merecidas, como sucede con la mayoría de los hosteleros que atienden su propio negocio. "Al ser un restaurante familiar, te pasas las 24 horas del día pendiente de él", indica. A ello hay que añadir las largas jornadas de trabajo cuando el resto de personas está de vacaciones. Ahora por fin le tocará a ella, decir aquello de "camarero, por favor".

Compartir el artículo

stats