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Los turistas que visitan Gijón critican la lejanía de la estación de tren y el mal estado de la de autobuses

Los viajeros encuentran "desorganizado" el apeadero de Alsa y "alejada del centro" la parada ferroviaria de Sanz Crespo

Blanca María Robes, ayer, esperando el tren en la estación. A la derecha, colas para subir a un Alsa. K. A. C.

A Gijón llegan cada año cuatro millones de viajeros para conocer y disfrutar de la villa marinera, pero no es gracias a las facilidades que se encuentran justo a su llegada a la ciudad, sino a pesar de ellas. Las quejas de turistas y locales respecto a las estaciones gijonesas, tanto de autobuses como de trenes, mantienen en pie una polémica que lleva varios años sobre la mesa; una molesta situación a la que los gijoneses no terminan de acostumbrarse y que sorprende a los visitantes, que no se explican como "en una ciudad importante como Gijón no hay una estación en condiciones".

"Lo de la estación de autobuses es una vergüenza, encima en un edificio histórico", asevera la familia Méndez. "Y con la de tren parece que nunca vamos a terminar de tener algo de verdad", añaden indignados estos tres gijoneses que espera a las puertas de la estación de Sanz Crespo para el inicio de un viaje a Huelva. Además, son muchos los que aseguran que la estación "se ha quedado pequeña". Es el caso de Mari Paz Buznego y su hijo Enrique, que llegan desde Mallorca, "aunque somos gijoneses, por lo que solemos venir en vacaciones. Lo que sí que notamos es que el servicio está muy saturado, siempre hay colas", comentan.

"Me parece bastante pequeña y la verdad es que estéticamente tampoco es muy bonita", comenta refiriéndose también a la estación de autobuses Ana María Villalba, una joven de 16 años que llega desde Albacete para pasar unos días en la ciudad junto a sus amigas, la gijonesa Irene Kocina y la ovetense Lucía Antuña. Esta última también resalta la peligrosidad de la infraestructura. "Para cambiar de un andén a otro hay que pasar por el medio de las vías constantemente, en cualquier momento podría atropellarte un autobús", comenta. Esta situación, que ha tratado de mejorarse con la habilitación de pasos de peatones y señales luminosas nocturnas, no ha terminado con las situaciones de riesgo.

En los años cuarenta del pasado siglo la empresa de transportes Alsa construyó entre las calles Llanes, Magnus Blickstad y Ribadesella unas instalaciones mixtas para dársenas, taquillas y talleres, siendo estos últimos traslasados posteriormente a Tremañes y ampliándose el uso de la infraestructura como estación debido al aumento de actividad. Se trata, por tanto, de un emplazamiento de propiedad privada, que se utiliza como estación de autobuses siendo en realidad un apeadero. Esto convierte a Gijón en la única ciudad de más de 50.000 habitantes sin estación de autobuses pública, además de presentar las peores condiciones de la cornisa cantábrica.

Pero no son solo las instalaciones "precarias" lo que molesta a los viajeros; también se quejan de la falta de información a su llegada. "Además de pequeña, es desorganizada. No hay carteles que te indiquen de dónde sale cada autobús ni tampoco mapas para indicarte", apunta Cristian Alegre, un joven de Valladolid que espera junto a sus amigas Larisa y Diana Iancu el vehículo que les llevará de vuelta a casa, tras pasar una semana visitando la región. "Cuando llegamos a Gijón tuvimos que coger un taxi porque ni siquiera sabiámos dónde ir", confiesan, "y tampoco había una zona de consignas para dejar las maletas", comentan molestos. A pesar de todo, "la ciudad nos gustó mucho", aseguran.

La estación de trenes de Sanz Crespo también atrae multitud de críticas, ya que cada vez menos gente ve su situación como provisional. "Hace ya mucho que la cambiaron de sitio y desde que lo hicieron y la pusieron tan lejos no hemos vuelto a coger el tren", comentan varias mujeres mientras esperan el autobús. "La de los Alsas, aunque no está muy bonita, por lo menos está céntrica", añaden. También Blanca María Robles, que viene de León, se queja de la zona donde está ubicada la estación provisional. "Yo soy de León y vivo en Madrid, pero llevo muchos años viniendo a Gijón regularmente porque tengo familia aquí. Cuando la estación de trenes estaba en El Humedal, siempre podía ir andando a casa de mis tías porque estaba en el centro, pero ahora como la han cambiado a este sitio tan lejos, no me queda otra que ir en taxi o que me vengan a buscar", explica.

Esta situación parece no tener efectos positivos ni siquiera en los servicios de taxis de la ciudad. "Nosotros estamos en las mismas condiciones que antes. El tema siempre son las maletas: si traen maletas suelen coger taxis, aunque ahora con las de ruedas cada vez menos", explica un taxista , que espera a las puertas de la estación. "También ocurre lo mismo si no conocen la ciudad, pero eso como en todas partes. Al final, si ven que son solo unos 15 minutos andando hasta una parada de autobús con más líneas, deciden echar a caminar; nosotros trabajamos prácticamente lo mismo que antes", añade otro compañero. Se trata, por tanto, de una polémica que no tiene fin, como la provisionalidad perenne de ambas estaciones.

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