Raúl González no lo tiene fácil para definirse: inventor, artesano, investigador y curioso, ha sido taxista, minero, emigrante en Suiza, albañil, mayordomo en una casería, autónomo y escritor de cuentos en sus ratos libres. En lo último que anda metido este riosano afincado en Villaviciosa es en la mejora del arte del escanciado gracias al "Guxidrín", un invento "casero y artesanal" que, gracias a un tensiómetro, permite echar el "culete" perfecto se halle uno donde se halle.

Lleva un año y medio en ello, con buenos resultados y teniendo en cuenta que "el I+D no para de funcionar". Su éxito ha sido tal en los mercadillos de toda Asturias y parte de León a los que lleva su ingenio que la cabeza ha seguido funcionando para mejorar el aparato. La versión evolucionada ya está disponible, con un soporte de madera en dos tamaños y con una bomba de bicicleta para escanciar los "culinos". Y todo empezó, rememora González, con un corcho.

"Un día me entretuve en mirar cómo modificar un corcho para escanciar sin necesidad de adquirir uno de esos tapones que se venden. Lo logré haciéndole dos agujeros, y a partir de ahí seguí dándole vueltas a la cosa", explica desde su puesto en el Mercadín de la Sidra y la Manzana de la Fiesta de la Sidra Natural, con el premio al producto más novedoso aún caliente sobre el mostrador. Después de perforar el corcho "fue cuestión de ir añadiéndole elementos para meter aire a presión en la botella, de tal manera que la sidra salga sola", relata González.

Un proceso de prueba que arrancó con pequeños extractores de gasolina "porque necesitaba una pera para meter presión", hasta que un día "pasando por delante de una farmacia se me ocurrió que podría ser mejor utilizar un tensiómetro". Dicho y hecho, Raúl González cambió el método y vio que funcionaba correctamente. Los meses de experimentación concluyeron con el resultado de un equipo portátil para escanciar compuesto de "un corcho con dos orificios, uno de ellos para la entrada de aire; una válvula de expansión, una salida de fluidos y una válvula antirretorno que me llevó mucho tiempo y que es la clave de que todo funcione bien", asevera el inventor, reacio a desvelar su secreto. Fue presentado en sociedad en un mercadillo en Cabranes y desde el primer día "la gente se ha mostrado muy interesada", afirma.

En la práctica el ingenio portátil se puede llevar plegado, es "muy resistente" y funciona "muy bien, no salpica y los expertos en sidra, que al principio eran muy críticos con el escanciador y me ayudaron a perfeccionarlo con sus indicaciones, ahora ya no dicen nada, lo que es buena señal", indica con una sonrisa el creador.

El invento no se acaba ahí, con el desarrollo de nuevos soportes de más tamaño "para casa y para negocios", totalmente personalizables para los que ya hay un mercado incipiente. "Hemos vendido mucho a gente de fuera, de toda España y hasta de Australia, Miami o Francia", sobre todo "asturianos emigrantes que le ven mucha utilidad, o que quieren hacer un regalo curioso", explica González junto a su mujer, Montserrat Rodríguez.

Su producción, "completamente artesanal", sale de un taller en un pequeño pueblo de León, pero próximamente se instalarán en Bimenes para dar un nuevo impulso al negocio. "Nos va bien, cubrimos gastos y nos da para ir invirtiendo poco a poco", aseguran antes de agradecer la colaboración de José Ángel García, quien les echa una mano como comercial tras descubrir el ingenio en un mercadillo en Villaviciosa. Además, ha sido el encargado de poner en marcha la página web de la marca "Guxidrín", un nombre que juega con "el gusano que sale de la manzana de sidra y los orificios que llevan nuestros corchos".

En ella se pueden adquirir las tres variantes del escanciador: el modelo de pared, el más grande, por 65 euros; el de mesa, por 45 y el portátil por 35. Además se puede adquirir un pack de 18 corchos escanciadores y un vaso de sidra por 25 euros. "Estamos empezando pero la cosa va bastante bien", recalca González.

Con el mundo de la sidra ha culminado una curiosa carrera laboral que lo ha llevado por derroteros bien dispares y en los que el mundo de la invención ha estado siempre presente. De hecho, Raúl González es el creador del invento denominado "PericoPalo" un soporte para los periódicos en los establecimientos hosteleros elaborado con una barra metálica. Un producto que fue patentado y que en su día "llegó a dar trabajo a más de 20 personas", recuerda el riosano.

La experiencia "acabó mal por problemas de gestión", explica. Una experiencia de la que sacar "las lecciones positivas para no cometer los mismos errores", y con la que abrir de nuevo camino empresarial, esta vez con la sidra como motivo. El "culete" perfecto, a golpe de tensiómetro.