Como era previsible, Alfonso Peláez presentó su sexto libro, "Escogiendo lentejas", en loor de multitudes. No cabía un mortal más en el salón del Antiguo Instituto Jovellanos; a Dios gracias, los otros, los que ya son espíritu no ocupan localidad, pero se sintieron, empezando por Peltó, Bardales, Chema Cabezudo, Pérez las Clotas, Dioni Viña? Incluso dos personajes tan dispares como Jovellanos y Franco anduvieron por allí, esbozando una sonrisa.

Sonrisa y elegancia lucía Alfonso Peláez en los antecedentes, jurando por todos sus vivos que esta vez no iba a llorar. Pero hijo del alma, cómo no vas a hacerlo si llevas el corazón prendido de la solapa, ahí donde los caballeros de fina estampa lucen los nardos... Hizo la presentación su hijo, el periodista Ignacio Peláez. Dijo como preámbulo que el libro era muy bueno, mientras su padre sorbía fluidos. Hizo un relato de las críticas de éste hacia los bablistas, veraneantes, hosteleros, Gijón perruno? Y de sus debilidades: los toros, Aznar, Franco, Carmen Moriyón, claro que en sentidos varios. "Voy a terminar antes de que mi padre me mande ¡a rascala!", sentenció el Peláez joven.

Era la hora de lumbrera. Alumbrar seis libros merece ese título. El primer quiebro de voz vino acompañado del recuerdo de Chema Cabezudo, "con su cara de niño travieso y su sempiterna y pícara sonrisa". Hizo mención a sus juegos, chapes, piocampo y boles; a sus profesoras, Charo Redueles y María Elvira Muñiz, y a su amigo Alejandro Mieres. Su segundo tropiezo lacrimal lo propició la mención de su madre, Olvido. Y ya no hubo más, al menos aparentemente. Hizo un repaso por el ayer de Gijón, ciudad de la que se declaró enamorado, y de sus aspiraciones respecto a su adelanto, entre ellas una bandera azul para la playa de San Lorenzo. Terminó diciendo que no comprende que en Gijón no haya tranvía, aunque bueno? Tampoco en Oviedo hay funicular. Fue muy aplaudido.

Remataba la terna, el director de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, Francisco García, quien con su fino sentido el humor dijo que la hipótesis de un ADN realizado por el doctor Vizoso sobre el médico, droguero, futbolista frustrado, articulista y escritor Alfonso Peláez, arrojaría un gijonés de pura cepa. Personaje muy cuco, dijo, "que no da puntada sin hilo", ya que el prólogo del libro se lo encargó al director de este periódico, o sea a su misma mismidad, y el epilogo a un articulista de la competencia. Lo que no se atrevió a augurar Paco García fue el resultado de la artimaña. "Es un bienqueda" añadió, "que se pasea del brazo con las alcaldesas, y vota en rojo. Y es capaz de ponerle un vela a Dios y otra al diablo, por si las flays. Escritor de pelo, comparte mesa y mantel en la célebre tertulia de los viernes en el Hotel Asturias.

Antes de terminar su intervención, Paco García hizo tres preguntas a Alfonso Peláez, ninguna relacionada con la literatura. ¿Qué es peor, diez meses sin gobierno o diez días sin gin tonic, por prescripción facultativa? ¿Es verdad que Miguel Mingotes y usted forman el dúo Sacapuntas del humor local?, y ¿Cuál es la fórmula magistral del líquido lustramaderas? A las que Alfonso Peláez respondió con agudeza. Pero faltaba la guinda. Después de recomendar la lectura de "Escogiendo lentejas" Paco García explicó que el termino lenteja proviene del latín "lens, lentis". La analogía está motivada por el hecho de que una semilla de lenteja tiene una curvatura similar a la de una lente biconvexa. De manera, recomendó, que si alguien anda corto de vista para leer este libro, basta que se pongan una lenteja en cada ojo , y sonrían, sonrían?