De las 3.285 toneladas de materia orgánica que al año hay dentro de las aguas residuales de la zona Este de Gijón, las instalaciones que se demolieron en la Plantona retiraban 14,28. Así lo refleja un informe técnico de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. El informe, del 1 de septiembre, apunta que las instalaciones de desarenado y desengrasado demolidas eliminaban un 0,43% de la contaminación, un porcentaje "insignificante e inapreciable" en comparación con el volumen total de contaminantes y con el 90% de limpieza de las aguas que lograría la nueva depuradora del Este si entrara en servicio.

Principado y Ayuntamiento han unido fuerzas para reclamar al Ministerio de Medio Ambiente que vuelva a dotar a la Plantona de instalaciones para el desarenado y desengrasado, lo que requeriría una inversión de entre 1,4 y 2,4 millones de euros, según los cálculos de la Consejería de Medio Ambiente. Una inversión crucial para las administraciones local y autonómica, pero que tendría escasos efectos sobre la calidad de las aguas costeras, a tenor del informe técnico de la Confederación.

El informe indica que el desarenado de la Plantona retiraba al año 50 toneladas de arenas, que en su mayor parte estaban compuestas por materiales inertes, esto es, no contaminantes. De esas 50 toneladas, sólo 9,28 lo eran de materia orgánica, que es la que contamina. En cuanto al desengrasado, al año la Plantona recogía 5 toneladas de grasas. La suma de estas dos últimas cifras, que da 14,28 toneladas, es la cantidad de contaminación cuyo vertido al mar evitaban ambas instalaciones demolidas.

La cifra es sensiblemente inferior al 90% de contaminantes (2.956,5 toneladas) que se eliminaría con la entrada en servicio de la estación depuradora del Este, bloqueada por los tribunales a instancia de los vecinos de la colonia del Pisón. Las 14,28 toneladas de contaminación que se eliminarían con la reactivación del desarenado y desengrasado también son sensiblemente inferiores a las alrededor de 500 toneladas que se retiran con el desbaste y tamizado que sigue realizando la Plantona.

El informe de la Confederación explica que la instalación de desarenadores y desengrasadores tienen como finalidad principal la protección de los elementos mecánicos móviles situados aguas abajo: su misión es evitar el desgaste excesivo y las averías de la depuradora que no está en funcionamiento. De hecho, la nueva depuradora sí cuenta con esas funciones de desarenado y desengrasado.

Respecto a lo que supone para una depuradora estos dos tratamientos previos, el informe apunta que con la retirada de arenas -tanto inertes como orgánicas- se busca evitar el desgaste y abrasión de los equipos, la reducción de depósitos no deseados en canales y tuberías de la depuradora y la reducción de la frecuencia de limpieza de los digestores de fangos provocada por la excesiva acumulación de arenas. En cuanto al desengrasado, explica que el mismo es fundamental para evitar problemas mecánicos y de trasiego en la linea de fangos de la depuradora, además de evitar averías en los equipos de agitación y también evitan que se formen costras sobre las aguas que se están depurando, lo cual propiciaría la fermentación y por consiguiente malos olores.

El informe, rubricado por el Director Técnico Adjunto de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, señala que "en el desarenado y desengrasado de la Plantona, demolido tal y como se preveía ya desde el Anteproyecto inicial que sirvió de base a la licitación de la EDAR de Gijón Este, con el acuerdo de todos los intervinientes -Ayuntamiento de Gijón y Principado- suponiendo que las 5 toneladas/año de grasas extraídas el pasado año fuesen materia orgánica biodegradable, unidas a las 9,28 toneladas/año de materia orgánica de las arenas, suponen una eliminación de contaminación orgánica, no inerte, por este proceso de desarenado-desengrase, de un 0,43% de la contaminación de entrada a la instalación", un porcentaje que en el informe se estima "mejorable sin duda con la nueva y más moderna instalación ejecutada subterránea en la nueva EDAR, contando siempre con una explotación más diligente y mejorada respecto a la realizada hasta el día de hoy en dichas instalaciones, factor este imprescindible para el cumplimiento de los objetivos de tratamiento de las aguas residuales de la ciudad de Gijón".

El volumen de contaminación que evitaban las instalaciones demolidas también es sensiblemente menor al que eliminan las instalaciones de la Plantona que siguen operativas; las de desbaste y tamizado. En el desbaste y tamizado se extraen unas 500 toneladas de residuos al año; 270 en el desbaste grueso de residuos con tamaño superior a 10 centímetros y las 230 restantes en el tamizado (o desbaste fino) de residuos con tamaños superiores a 3 milímetros. Estas operaciones las sigue realizando la Plantona, en la que además se ha mejorando la recuperación de residuos orgánicos al haber añadido dos nuevos tamices a los seis existentes con anterioridad, con lo que el desbaste fino se ha incrementado en un tercio respecto al que había antes.

Estas cifras significa que de las 3.285 toneladas de contaminantes que cada año portan las aguas residuales de la cuenca Este de Gijón, 2.785 toneladas se seguirán vertiendo al mar en tanto no entre en funcionamiento la depuradora. Se deberían verter a través del emisario de Peñarrubia a 2.590 metros de la costa. El emisario no está cumpliendo con su función de alejar de la costa los contaminantes, dado que tiene grietas a 400 metros de tierra y tiene sus difusores en mal estado.