Con la tranquilidad que da una larga trayectoria jalonada con ocho premios "Grammy" pero, al mismo tiempo, con la ilusión de quien está aprendiendo con una experiencia nueva, Chucho Valdés se sentó ayer al piano en el escenario del teatro de la Laboral, acompañado del saxofonista Joe Lovano, que fue el encargado de presentar al quinteto, el nuevo combo de Valdés y con el que está volviendo, una vez más, a encandilar a sus fieles seguidores.

No falló el público gijonés, que prácticamente llenó el gran teatro de la Laboral. Entraron al coliseo de buena gana y todavía se les fue poniendo mejor cara a medida que el pianista caribeño, uno de los máximos exponentes del jazz afrocubano, fue encadenando notas a su piano, acompañado del saxo de Lovano. Ya lo venía advirtiendo el propio Valdés: "Tocar con un artista de la categoría de Lovano es un grandísimo honor, un privilegio". Y, claro, cuando se juntan dos músicos de semejante talla en su género tanto honor se transforma en magia, la misma que envolvió ayer al teatro gijonés.

Los asistentes -en su mayoría de cuarenta años para arriba- comenzaron degustando dos temas de aires caribeños, con mucha energía e importante presencia de percusiones y solos de piano, saxo y contrabajo. No dudo el quinteto en zambullir así al público de lleno en el mundo jazzístico.

Tras la animosa introducción musical llegó la verbal, a cargo de Joe Lovano, quien nombró a los componentes del quinteto además de dar las gracias al público. Después de la pertinente presentación empezó a sonar "El día que me quieras", con aires de balada. La versión fue tremendamente aplaudida por el respetable. Tras volver a pasar por aires más latinos, apostaron por alguna pieza más arriesgada en las formas, con sonoridad menos convencional. Algo que no redujo el entusiasmo de los asistentes al concierto, que se mantuvo en lo alto y, para ello, no dudaron en apoyarse en temas como la balada "The Star-Crossed Lovers".

El jazz tiene mucho de improvisación, pero menos improvisados fueron los aplausos del público que llenó el coliseo de la Laboral, porque Chucho Valdés cosecha ovaciones allá por donde va.