La Navidad llegó anoche al Albergue Covadonga entre pucheros y cargada de buenos deseos. La entidad celebró su tradicional cena con menú para unas 120 personas y con un nombramiento muy especial: el de Pedro Morán, cocinero de Casa Gerardo, como patrono de honor.

Una distinción que también se ha otorgado a la Fundación Alimerka, a la que se le entregará en breve, y que Morán recogió ayer con un sentimiento entre emocionado y sorprendido. Porque, como él mismo señala, "llevo haciendo esto desde hace más de 20 años porque me lo pide el corazón, sin esperar ninguna distinción por ello, y mientras el cuerpo aguante lo seguiré haciendo", indicó el chef, antes de destacar "la labor impresionante que hace el Albergue Covadonga, reflejo de cómo somos los asturianos y los gijoneses cuando se habla de solidaridad".

Casa Gerardo dona cada año varias comidas al Albergue, en forma de menús completos o postres en días señalados del calendario. Ayer hicieron lo propio para coronar una cena compuesta de entrantes de jamón, cecina y queso, sopa de pescado, cordero asado con guarnición, turrones y el arroz con leche elaborado en los fogones de Pedro Morán, flameado por él mismo al finalizar la cena.

Un menú de altura que se cerró con la actuación de la Coral Anselmo Solar y con el aplauso para recordar a la madre Carmina, que falleció el pasado verano tras una vida entera consagrada al Albergue. La entidad seguirá celebrando las fiestas con varios actos los próximos días. De hecho, este fin de semana tendrá lugar el maratón solidario de villancicos en la Calle Corrida para recaudar fondos.

Además de dinero para el sostenimiento de la casa los voluntarios demandan "más ayuda, más brazos de gente que esté dispuesta a echar una mano", señala Chelo Menéndez, voluntaria desde hace más de 18 años. Como ella, un equipo de media docena de personas se encarga diariamente de servir las mesas, fregar y recoger el comedor. Pero "nos hace falta más gente joven", y eso que se acaban de incorporar como ayudantes varios alumnos del San Eutiquio La Salle. Ayer los voluntarios fueron una docena, ataviados con mandil blanco y formados en peculiar batallón navideño. Para repartir un plato de esperanza en un mundo mejor entre quienes menos tienen.