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ICIAR ONZAIN BEOBIDE | Oftalmóloga, directora de la Clínica Jena

"Pocas cosas me alegrarían más que devolverle la vista a un ciego"

"Las largas exposiciones al sol en verano, el cansancio ocular y el continuo uso de pantallas son los factores que más perjudican la vista"

Iciar Onzain Beobide.

Estamos ante una bella mujer, bella por fuera y por dentro, que ha sabido plantar cara a los duros golpes de la vida, asumiendo el viejo axioma: Si lloras porque has perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Iciar Onzain, detrás de su aspecto frágil esconde una fortaleza; es serena pero valiente. Y muy sincera; no se esconde, va de frente con su eterna sonrisa, una actitud que de inmediato provoca ternura en su interlocutor. Sabe hacerse querer. Como profesional ha dado muestras de una sólida solvencia, su larga fila de pacientes así lo acredita. En definitiva, se puede decir que Iciar Onzain es una mujer diez.

-Sus apellidos no la definen como asturiana...

-Pues lo soy. Nací en Gijón (1960), tercera de cuatro hermanos. Mi padre era vasco y mi madre navarra. Ocurre que la familia tuvo que se trasladarse a Gijón a causa del trabajo de mi padre; era abogado y economista por la Universidad de Deusto. Personalmente creo que soy tímida, aunque en la consulta resulte sociable. Alegre y trabajadora, me gusta hacer las cosas bien, lo que se dice una perfeccionista. Disciplinada y ordenada. Estoy viuda y tengo dos hijos varones.

-¿Cómo fue su infancia?

-Bien, normal? Tuve un padre muy estricto.

-¿Y su formación?

-Hice el Bachiller en el colegio de las Ursulinas, y la carrera de Medicina en la Facultad de Oviedo.

-¿Había antecedentes médicos en su familia?

-No, pero mi hermano mayor ya era neurocirujano, y tal vez quise seguir sus pasos. Recuerdo que de pequeña siempre tuve el deseo de ser profesora de Educación Física, pero en casa le veían poco futuro, así que opté por Medicina.

-¿Y por qué la especialidad de Oftalmología?

-Los ojos son bellos, no por su forma o color, sino por lo que trasmite la mirada, que refleja cómo es la persona. Esto es lo más importante; el resto del físico no importa. Además el ojo es un órgano pequeño que se puede ver; al dilatar la pupila queda al descubierto todo su entramado, y lo convierte en mágico. Me gusta curar a la gente y conversar con ella, a veces puedo pecar de intrusa, pero es que creo que soy un poco psicóloga.

-¿La vista es el sentido más importante de hombre?

-Sin duda, al menos es el que puede restar mayor calidad de vida.

-¿Cuáles son sus enfermedades más frecuentes?

-Las cataratas. En realidad, todos, merced al alargamiento de la vida acabaremos padeciéndolas, y, en consecuencia, tendremos que pasar por el quirófano para operarlas.

-¿Cómo se detectan?

-Se empieza a ver borroso, sin nitidez en los objetos, hay pérdida de contraste... A partir de los setenta años estamos abocados a sufrirlas, aunque también pueden darse en personas jóvenes, e incluso en niños. En éstos hay que intervenir rápidamente, ya que la visión se desarrolla en los primeros años de vida. Otra enfermedad frecuente es el glaucoma, que supone una atrofia del nervio óptico a causa de la tensión ocular. La retinopatía diabética, las maculopatías, la degeneración, van en aumento debido a la mayor esperanza de vida. Hay otros factores menores, como el ojo seco, debido al uso continuado de pantallas, en que no se parpadea.

-¿Es usted partidaria de la operación para no llevar gafas?

-Si se estudia bien cada caso, no me parecen mal, aunque yo no soy muy intervencionista; siempre hay que valorar los riesgos y los beneficios.

-¿Cree que algún día se podrá curar la ceguera?

-Hay problemas muy difíciles. Cuando el nervio óptico no existe o se ha roto la solución es prácticamente imposible. Pero se está investigando mucho a partir de las células madre y ése es un mundo alucinante, que ofrece unas posibilidades inauditas; pocas cosas me alegrarían más que devolverle la vista a un ciego. En Asturias se está haciendo un trabajo muy serio de investigación, uno de los grupos está centrado en el Hospital de Jove, con un gran equipo dedicado a las células madre uterinas. Y también se investiga en el Instituto Fernández Vega de Oviedo.

-Dicen que uno de los mayores enemigos de la vista es la diabetes?

-Yo no lo llamaría enemigo, sino simplemente enfermedad. Otra es la retinosis pigmentaria, que agrupa un conjunto de enfermedades oculares de origen genético y carácter degenerativo. Poco a poco se va perdiendo la agudeza visual hasta acabar en ceguera.

-¿Se relaciona usted con la ONCE?

-Sí, hago valoraciones para afiliarse a ella. Es lo más triste de mi trabajo, ver a la gente que está mal y la ciencia no puede ayudarla. Incluso hay niños, y jóvenes. Las personas que son muy lectoras y pierden vista suelen acudir a la ONCE para que las ayuden.

-¿Qué es lo más perjudicial para la vista?

-Las largas exposiciones al sol en verano, el cansancio ocular, el continuo uso de pantallas? Los cosméticos pueden provocar alergias, sobre todo en los párpados, ya que estos tienen la piel muy fina.

-¿Quién ha sido su maestro?

-En la carrera, Juan Manuel Junceda Avello, profesor de Oftalmología, y en la vida, mi marido, Chema Cabezudo, al que conocí desde que yo tenía catorce años.

-¿Esto indica que fueron novios muchos años?

-¡Qué va! Éramos sólo amigos. Él se fue a Sevilla para estudiar la carrera y allí tenía novia, y yo también salía con un chico de Oviedo. Al cabo de unos años, nos encontramos y me invitó a comer. Me dijo textualmente: "Oye, ¿tú y yo por qué no nos dejamos de rollos, yo dejo a la novia de Sevilla, tú al de Oviedo, y nos casamos?". Debí decir que sí porque salí corriendo a contar en casa que me iba a casar. Era el mes de enero, y en efecto, nos casamos en septiembre.

-Así que la casa al revés; primero le pidió matrimonio y luego fueron novios.

-Sí, durante siete meses. Después, nuestro matrimonio duró treinta y tres años, hasta febrero de 2015.

-¿Hoy, a qué teme?

-Al alzheimer, o cualquier otra enfermedad que me obligue a depender de los demás.

-¿Tiene hobbies?

-No, pero me gusta pasear, cantar y bailar. Canto en un coro de chicas, llamado "Melsos". Me encanta viajar, pero no lo considero una necesidad. Estoy feliz en Gijón; es una ciudad que no cambio por ninguna.

-¿Tiene perro?

-No, pero lo tuve, me encantan. Ahora veo a la gente paseándolo por la playa y me dan una envidia?

-¿Qué don le gustaría añadir a su personalidad?

- Hablar muy bien inglés.

-¿Con qué se le parte el corazón?

-Lo tengo fuerte. Siento compasión por las personas mayores que están solas.

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