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Un espectáculo de rechupete

Un grupo teatral gijonés interactúa con niños de hasta 3 años en una función de media hora de duración en la que los pequeños se guían por los sentidos

Uno de los pequeños, sobre el escenario. MARCOS LEÓN

Música, luces, acción y a gatear. Tan de actualidad está la interactuación del público en las representaciones teatrales que "Zig Zag Danza" ofrece el más difícil todavía con un espectáculo destinado a niños de 0 a 3 años en el que ellos son los protagonistas con sus sorpresas, curiosidades y temores.

"Trabajamos sobre los sentidos, las neuronas espejo, para que el niño aprende a través de los movimientos que tú haces, en un espacio sin riesgos; todo enfocado a que el niño tenga autonomía y tome sus primeras decisiones", describe la intérprete Estrella García que, en cada actuación, aprende cosas nuevas. "Trato de ser una esponja, recibir todas las propuestas, manejarlas y devolverlas transformadas".

El escenario es un cubo de amplias dimensiones, algo elevado del suelo, sobre una tela blanca sobre la que se debe andar descalzo. Sus paredes presentan una varias aberturas que permiten desde fuera controlar lo que sucede en el interior. Veinte círculos a distintas alturas acorde a la etapa de crecimiento en que se encuentre el infante. Ese espacio, con capacidad para dieciséis niños, está destinado a los que ya caminan por sí solos. Para los que gatean o ni si quiera se mueven se les reserva el privilegiado "techo" del cubo, hecho de cristal de acuario híper resistente bajo el que está la actriz. "Al diseñar el espectáculo pensamos que si los niños gatean el escenario debía estar debajo de ellos", explica Estrella García.

La de las seis y media de la tarde fue la segunda representación que protagonizaron ambos ayer en el Centro Municipal Pumarín Gijón-Sur y las dos con lleno. Poco a poco van entrando los "protagonistas". Ante ellos Miguel Quiroga, director escénico, y una melodía como de acunar de fondo. Muy de fondo. Les piden que se descalcen, a niños y mayores, y también "os voy a pedir algo muy difícil: que no hagáis nada", les dijo Miguel a los progenitores, muchos de los cuales nada hicieron de lo que se les dijo.

Cada actuación es un mundo por lo que tanto Estrella García como Miguel Quiroga, director escénico, prefieren referirse a "Aupapá" como experiencia "a través del tacto, la vista y el contacto con las superficies y con los otros niños". Hay sorpresas, llantos, sustos, algarabía. Las reacciones más prototípicas de los niños se suceden una tras otra sin control ni criterio. De ahí que sea imposible establecer un guión de la obra porque, en cierto modo, los bebés también son actores y pieza clave en el devenir de los acontecimientos. A todo lo más, la dramaturgia sí marca que la historia amanece cuando Estrella se despierta. "Me siento observada, suelo jugar a asustarme o tener vergüenza, si les abordo se suelen distanciar; ellos se sienten seguros. Hago que me manejen ellos. A partir de ahí evoluciona el juego", describe. "Todo tiene sus tiempos, el momento en que quiere mirar y el que no, el que se marchan o van para otro lado, algunos bebés nunca han visto a otro bebé y se sorprenden, se tocan y es muy bonito a veces lo que ocurre", confiesa.

La dificultad es enorme. No hay pautas aunque sí mucho bagaje escénico que facilita mantener el interés. "Los niños conectan y desconectan en cuestión de segundos, ahora hacen esto y luego lo otro. Si uno no me mira yo busco la interactuación otro que esté mirando, me mira, me propone y le propongo, hacemos gestos, cosas con las manos", describe el novedoso espectáculo que en 2012 logró el "Premio OH!", de las artes escénicas de Asturias al mejor planteamiento escenográfico.

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