Quienes pontifican sobre la supuesta decadencia del público que asiste al teatro deberían darse una vuelta estos días por Gijón. Espectadores de todas las edades toman a su manera tranquila, entre la sonrisa y el deslumbramiento, salas y calles para ver la potente programación de la Feria Europea de Artes Escénicas para Niños y Niñas (Feten), que ayer pasó su ecuador con una oferta de diecinueve espectáculos (hoy serán veinte ). Colas ante las taquillas del Jovellanos para asistir a los espectáculos de sala y amplios corros en el paseo de Jovellanos o en la plaza Seis de Agosto para las propuestas de calle.

Si el tiempo acompaña hoy, jueves, y mañana, viernes, cuando Feten bajará su telón con la representación de "Peter Pan en el desván encantado", lo esperado es que la feria cierre con más de treinta mil espectadores. Después de recibir el año pasado el premio "Max", el más destacado de la escena española, y de convertirse en la única actividad asturiana incluida en el listado nacional del "Observatorio de la Cultura", que elabora Fundación Contemporánea, la cita gijonesa ha optado en su vigésima sexta edición por intensificar su apuesta por las variadas y distintas disciplinas del teatro para niños y familiar. Y también por un medido crecimiento. Tiene su reflejo en una programación más amplia (casi doscientas representaciones y setenta y siete compañías) y en la ocupación de nuevos espacios gijoneses.

Pocos dudan, por ejemplo, de que ha sido un acierto incorporar el Museo Nicanor Piñole como escenario de Feten. Y menos aún de la oportunidad de programar en el inmueble de la plaza de Europa, durante cuatro días, la sorprendente y singular "Biblioteca de cuerdas y nudos". Su creador, el burgalés de Lerma José Antonio Portillo Vesga, afincado en Benicasim (Valencia), lleva quince años reuniendo kilos de historias que colman, a través de una heteróclita suma de objetos, una estructura circular de madera con sus correspondientes baldas.

¿Instalación artística en permanente construcción? ¿Espectáculo en el que se ingresa a través de una entrada a la altura de un niño? ¿Escenario insólito para dejar que fluyan las correspondencias y el azar? Todo eso y algo más. "Es la mayor biblioteca de cuerdas y nudos del mundo, y la segunda de manuscritos sin publicar", explica Portillo. La primera está en Estados Unidos, según recoge Enrique Vila-Matas en su "Bartleby y compañía".

La creación de este depósito insólito tiene su origen, según su explica su creador, en un trabajo escolar que ideó, cuando era maestro, a propósito de la lectura de Italo Calvino y su "Colección de arena". Se ha convertido en el proyecto inacabado de una vida. Cilindros con mensajes a través del lenguaje de los nudos, que han utilizado los habitantes de Nueva Caledonia para sus conversaciones de guerra y paz. Signos cifrados y descifrados. Una narración del conocimiento a través del silencio y los objetos.

La entrada a este desusado recinto exige todo un ritual que Portillo explica así: "Hay que traer una entrada, que puede ser una bola de papel arrugado". La "biblioteca", que ha circulado por Inglaterra, Francia, Bélgica, Italia, Portugal y España, puede inscribirse en una especie de arte comunitario ("no es arte 'povera', afirma su creador) con el que, además, cada objeto puede llegar a generar un proyecto externo, conviertiéndose "en otra cosa".

Portillo, que ejerció diez años como maestro, cautiva a sus espectadores (mayores de seis años) con sus diálogos y sus silencios. La originalidad de su "biblioteca", de su instalación-espectáculo, hasta ha merecido alguna tesis doctoral. "La gente nos deja aquí muchas cosas personales", añade. Esta colección exige cuidados, algún tratamiento especial. Y si es complicado armar este muy especial recinto, lo es aún más su desmontaje. Estará hasta mañana, viernes, en el Museo Nicanor Piñole.

Las casi dos decenas de espectáculos programados ayer respondieron a la fórmula prescrita por la dirección de Feten: variedad de disciplinas y géneros, desde los títeres o el teatro de sentidos, al clown, la adaptación de clásicos, los musicales o la magia. La presencia asturiana estuvo ayer asegurada por el infatigable David Acera, que encandiló a los espectadores, en el paseo de Begoña, con sus cuentos "Apestosos pero sabrosos", y por "Tras la Puerta Títeres", en el mismo escenario callejero. Historias de un minuto susurradas al oído.

Y, también, por el delicado espectáculo de luces, sombras, color y música de "Luz, micro y punto", que llevó al Antiguo Instituto "Años luz". El teatro Jovellanos acogió, además, uno de los montajes más destacados de este Feten: "Las aventuras de Tom Sawyer", de la compañía valenciana "La Teta Calva", con música en directo. El clásico de Twain.

Por otro lado, la Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública tiene previsto celebrar hoy en Gijón su primera asamblea anual. Reunirá a medio centenar de programadores y gestores de espacios escénicos españoles.