Serxu Solares nunca llegó a conocer abierta la antigua fábrica de La Estrella de Gijón, que cerró sus puertas en 1974, un año antes de su nacimiento. Sin embargo, este gijonés que pasó su vida a caballo entre La Calzada y El Natahoyo, como la factoría cervecera, siempre tuvo una ilusión: volver a verla abierta. Y está cerca de cumplirlo.

Solares, muy ligado al mundo cervecero, es el propietario de Bayura, una empresa que décadas más tarde del cierre de La Estrella volvió a traer a Gijón la fabricación de cerveza. Así, en su fábrica del Polígono de Roces elabora varias decenas de referencias y, desde hace escasas fechas, una muy especial: La Estrella de Gijón.

"Era un proyecto con solera, que yo tenía desde siempre y ahora, poco a poco, va tomando forma", asegura Solares, que no se conforma con volver a elaborar la mítica cerveza, sino que quiere ir un paso más allá y devolver La Estrella a sus orígenes, a la zona oeste de Gijón.

Así, esta semana Solera creó una campaña de crowdfunding con la que busca recaudar alrededor de 6.000 euros para poder alquilar un local en la zona, donde "producir la cerveza y crear una zona de catas y venta al público", algo aparentemente sencillo ya que "los materiales ya los tengo en la productora de Roces".

La idea, que lleva rondando en la cabeza de Solares "toda la vida", como él mismo afirma, comenzó a cristalizar hace unos años cuando la Oficina Española de Patentes y Marcas obligó al grupo Mahou-San Miguel, propietario de la marca, a "soltarla, ya que no la utilizaban", momento en el que Solares la registró a su nombre. "A las dos semanas comenzaron las oposiciones", relata al gijonés, "tanto desde la anterior propietaria como de otras marcas como Estrella de Galicia o Estrella Damm", una reclamación, la de Mahou-San Miguel, que llegó hasta el Tribunal Europeo de Patentes y Marcas, quien finalmente dio la razón a Solares, que se convirtió en legítimo dueño de la marca La Estrella de Gijón, después de que ésta pasara a manos de El Águila Negra de Colloto y de ellos a Cervezas Alhambra, antes de llegar a la anterior propietaria.

El anhelo de Solares tiene una razón de ser ya que su padre, Fermín, trabajó en la fábrica durante tres años y su abuelo, también Fermín, hizo lo propio "toda la vida, hasta que cerró", al igual que hasta media docena más de "Solares" que desarrollaron sus labores en la enorme factoría gijonesa, que contaba con "tres edificios de cuatro plantas más dos subterráneas", en las que "incluso vivían varias familias" y de la que hoy en día únicamente queda en pie un muro, el que divide la asociación Adansi de la bolera que hay en la calle Pachín de Melás, frente al Club Natación Santa Olaya.

El proyecto de Solares busca ser lo más fiel posible a La Estrella original, no sólo en el emplazamiento, sino también en su presentación. "Hemos hecho las mínimas modificaciones posibles, únicamente las obligadas por cuestiones económicas", explica el gijonés. Así, la botella no es la tradicional belga, sino una más larga y estilizada y las etiquetas son transparentes, no serigrafiadas como la original. Todo para lograr un producto "artesano, pero con precio competitivo", una cerveza lager rubia, de 4,5º de alcohol y de la que estima poder realizar unos 5.000 litros mensuales.

"Es muy importante para Gijón, para el barrio, pero sobre todo para sus habitantes", asevera Fermín Solares, padre de Serxu. "Hay gente que vivió aquí toda su infancia, la fábrica de La Estrella era un elemento histórico y sentimental para todos", asegura. Ahora, gracias al trabajo de su hijo, esa estrella brilla de nuevo en Gijón.