Se hallaba el gijonés Carlos Magdalena sumergido hasta la cintura en una charca habitada por cocodrilos, en mitad de la nada, en medio del vasto continente Australiano, después de un buen puñado de horas de avión y de unos cuantos traslados en helicóptero. Y allí, de esas posturas, se le ocurrió una pregunta surrealista. "¿Cómo acabó aquí buscando nenúfares un guaje de La Arena ?".

La pregunta igual no tuvo respuesta inmediata, pero fue el germen de un libro que acaba de ver la luz y que amaga con convertirse en un superventas. "El mesías de las plantas", se titula lo que el botánico define como "una novela de aventuras" con mucho trasfondo, mensajes clave para la conservación de nuestro planeta, reflexiones y una amena descripción de su periplo vital hasta llegar a ser conservador en Kew Gardens, el jardín botánico de Londres, donde es considerado toda una institución. El título del libro, por cierto, obedece a un titular publicado por LA NUEVA ESPAÑA al hilo de una de sus hazañas: la reproducción de un pequeño nenúfar africano al borde de la extinción.

Todo en su experiencia tiene un tinte novelesco, porque como él mismo relata, "llegué al Botánico y le pregunté a un guarda qué tenía que hacer para quedarme allí; me miró raro", confiesa. Pero lo que no se imaginaba entonces el vigilante es que el gijonés lo lograría con creces. Gracias a una voluntad férrea, ingresó en el jardín como aprendiz, luego como trabajador y posteriormente como estudiante y graduado del prestigioso diploma de tres años en horticultura. Desde entonces no ha parado, y además de reproducir el nenúfar pigmeo al borde de la desaparición, otro de sus grandes logros ha sido la reproducción de la "Ramosmania rodriguesii", una planta nativa de la Isla Rodrigues, en el océano Índico, de la que se consideraba que no podía reproducirse de forma natural. Pero Magdalena consiguió semillas y frutos de la planta y se obró de nuevo el milagro.

Todo ello lo relata en su libro, que se vende en Inglaterra y este mes saldrá en holandés, próximamente en inglés americano, francés, chino y el año que viene, por primavera, finalmente en español. Y junto con los viajes a los lugares más exóticos del planeta, sus peripecias en escenarios como Sudamérica y Australia, Magdalena lanza un mensaje casi desesperado para advertir a los terrícolas de los problemas a los que se enfrenta el planeta.

"En el mundo hay 480.000 especies de plantas, y de ellas 80.000 se encontrarán en distintos grados de extinción en dos o tres décadas", advierte. O lo que es lo mismo, "el apocalipsis se acerca y vamos a verlo, no es ninguna broma", avisa el gijonés. El mundo en su conjunto se enfrenta a problemas que, en cambio, tienen fácil solución a su entender. Porque "todo empieza en las plantas, todo lo que comemos, buena parte de las fibras que usamos, el oxígeno..." . Y por lo tanto, reflexiona el experto, la solución también está en las plantas. Porque "tenemos que pensar que no se puede talar un bosque y no volver a replantarlo, estamos viviendo en una pecera y la estamos convirtiendo en una cámara de gas", señala.

A Carlos Magdalena no le importa erigirse en abanderado de la causa del conservacionismo, porque él mejor que nadie sabe que al ritmo actual de consumo y contaminación "estamos condenados". Por eso, clama por cultivos menos agresivos, con métodos que no requieran arar para no acabar con los nutrientes del suelo. "Jardineros del mundo, levantaos y cuchad", proclama Magdalena. Porque, al fin y al cabo, "la solución ya la tenía mi güelu, es cuestión de verla y aplicarla". Palabra de un mesías.