En un pueblín del concejo de Lena, Tiós, en la vertiente del valle del Huerna, están los orígenes de la calabaza asturiana. Y del Botánico de Gijón han salido este año cientos de semillas de esa calabaza con las que el personal del Jardín va a aportar su grano de arena contra la colonización de "rupertas" foriatas en las huertas asturianas.

El proyecto de recuperación de la que en el Botánico ya han bautizado como "calabaza de Tiós" surgió del mismo interés que ha tenido siempre el personal del Botánico por tener espacios para el cultivo y la conservación de variedades vegetales vinculadas a la tradición región. De ahí que tengan las dos variedades de escanda que se cultivaban en Asturias desde la Antigüedad. El año pasado intentaron conseguir, por el mismo motivo, la fresa de Candamo, aunque no pudieron, pero lo que sí pudieron fue culminar su plan de identificación y rescate de la calabaza que podría considerarse más original de Asturias.

"Aunque no es una planta originaria de Europa, en Asturias la calabaza está presente desde hace mucho tiempo, en algunos sitios como alimento de los animales y en otros también como relleno de embutidos. Es que es una planta fácil de cultivar pero con la peculiaridad de que tiene tendencia a mezclarse con otras e hibridar, con lo que hay que tenerla en cultivos aislados para que se mantenga sin mezcla", explica Susana Noriega, responsable de mantenimiento del Jardín Botánico.

En esa búsqueda de las zonas de Asturias con más tradición de uso y consumo dieron con una familia que, además de llevar plantando calabazas desde hacía varias generaciones, lo hacía con un método de cultivos aislados que les dio muchas garantías. "Es la más antigua y más pura que encontramos, aunque no garantizamos que no pueda haber otras más por Asturias", sostiene Noriega, que identifica esa calabaza de Tiós como un ejemplar de la familia de las "Cucurbita pepo". Sus semillas ya forman parte del banco que custodia el Jardín Botánico porque "es una riqueza genética de la región" pero, además de conseguir sus propios ejemplares en plantación desde el Botánico gijonés han promovido un reparto de semillas entre visitantes y aficionados a la horticultura. Y le añadieron el aliciente de que, los mejores ejemplares de Tiós obtenidos en la cosecha de 2017 por las huertas de Asturias podía participar en el concurso al mejor ejemplar. Finalmente se presentaron doce calabazas y los premios se los llevaron, por orden, Rubén Mistal, Ana Isabel Gazapo y Carlos Da Silva.

Pero lo del Botánico con las calabazas es también un juego. El que les ha llevado a plantar hasta 59 variedades, especies o cultivares, que les da para montar en estas fechas una exposición muy lucida y por la que pasan miles de visitantes. La cosecha es tan grande -tienen 4.000 metros cuadrados de finca con plantación de cucurbitáceas- que este año se llenaron varios camiones. "En el Botánico tenemos varias colecciones temporales, y la de calabazas es una de ellas. Nos da mucho juego en esta época porque lo mismo sirven para la decoración, que se usan en talleres con críos, que se donan como alimento a la Cocina Económica", resalta Susana Noriega.

El juego con las calabazas en el Jardín acabó ayer, tras once días de visitas a la exposición, de talleres, y mil actividades ligadas a Halloween y las cucurbitas -por cierto, a esta familia de plantas pertenece, además de la "ruperta", el calabacín, el melón, el pepino y la sandía-. El cierre lo puso la entrega de premios a los animosos agricultores que, inspirados por el Botánico, concursaron a en las categorías de calabaza "más grande", "más rara y original", "mejor decorada" y la citada "tradicional. calabaza de Tiós". Se presentaron 135 propuestas y la "más grande" fue la de Salvador Fernández, la más rara, la de Mario Álvarez y la calabaza o conjunto de calabazas mejor decoradas fue la de María del Mar Rubieda.

También resultaron galardonados Diego Suárez y Javier Vizán, entre las calabazas de mayor tamaño; Gisela García y Daniel Serrano, en el apartado de las más raras; y Óscar Fernández y Juan Manuel Rodríguez, a la altura de las mejor decoradas.