Quién conozca a Christian Rodil (gijonés de 32 años muy popular en el mundo de las asociaciones por haber sido, entre otras cosas, presidente de "Abierto hasta el Amanecer"), sabe que es uno de los seguidores más fieles de Gran Hermano. Y no lo oculta. Es, asegura, el único programa que ve en la televisión. Desde hace años. Por eso a nadie le extrañó cuando Rodil dio un paso al frente y decidió presentarse al casting para participar en el concurso. Lo había intentado ya hace años, nada más cumplir los 18, pero de aquella no iba en serio. Lo hizo "por probar". Hasta este año no decidió dar el paso de verdad. Sus circunstancias personales le empujaron a tomar una decisión que llevaba tiempo posponiendo. Lo que Rodil no esperaba es que presentarse al casting de Gran Hermano le fuera a suponer dejar de ver el programa. Tal y como él mismo reconoce "el ojo de GH me hizo abrir los ojos".

Todo comenzó en el mes de julio. "Este año anunciaban el programa diferente, no decían Gran Hemano 18, decían Gran Hermano Revolución y por eso me decidí. Hubo un casting en Oviedo y me presenté, ni tan siquiera había rellenado el formulario de la web, no tenía ni número, lo conseguí allí mismo en la cola, sobre la marcha", relata el gijonés. Ese primer contacto con el programa fue sencillo. Entró con otros cuatro aspirantes. Un par de preguntas y para casa. La primera prueba estaba superada. Pero aún quedaba un largo camino. Cuatro días más tarde recibió, de hecho, la primera sorpresa: le querían para una segunda prueba que se iba a celebrar en Madrid con los responsables de la productora. "Yo había estudiado y sabía que esto no era lo más normal. Habitualmente hacen un segundo casting en la zona norte, en León o en Santander por ejemplo, en donde nos reúnen a todos". Pero esta vez fue diferente. Rodil se fue a Madrid. "Cuando llegué con el billete que me habían mandado por mail me dijeron que llamara a un número, me vino a recoger un chofer en el coche y me llevaron a la productora", cuenta. Era ya principios de junio. Rodil pasó entonces varios test piscotécnicos y de personalidad. Y de nuevo quedó a la espera de noticias. Esta vez la decisiones se retrasaron un poco más.

"Me llamaron en agosto para decirme que volviera a Madrid. Me sorprendió porque estaban muy interesados. Les dije que me iba de vacaciones a los Fiordos y me lo respetaron, adaptaron su agenda para poder verme el día antes de mi viaje", asegura. Pocos días después, cuando ya estaba de vacaciones, le dijeron que ya era concursante oficial del programa. "A mi Gran Hermano no me asustaba. En campamentos y eso llevo toda la vida conviviendo con gente que no conozco de nada aunque aquí, eso sí, iba a tener que convivir con las cámaras", reflexiona Rodil haciendo hincapié en que "de todo se aprende".

Unos días antes de que comenzara el programa el gijonés se presentó en Madrid con su maleta Le metieron en un hotel. Puso la tele y empezó a vez que aquello iba en serio. "Salió una promoción en Sálvame unos días antes en la que se veía mi cara y mi voz así que ya supuse que realmente estaba dentro", confiesa. El gijonés llegó al hotel de Madrid un viernes con la orden de estar preparado el sábado a las doce del mediodía. En teoría era para una reunión. Pero no fue así. "Me metieron en un coche con un antifaz, me quitaron el móvil y la cartera y me llevaron a una finca. Me tuvieron varias horas dentro de una tienda de campaña en la que me daban comida y ponían música a todo volumen para que los que estaban en las tiendas de alrededor no nos escucháramos", cuenta rodil. Unas horas después (no sabe calcularlas porque no llevaba reloj), el asturiano entró en la casa. Y se llevó la primera desilusión: eran 100 personas que tuvieron que vivir tres días en una vivienda diseñada para 16 concursantes. "Dormíamos tirados en el suelo con sacos de dormir. Nos daban la comida justa", recuerda.

Y entonces llegó el inicio del programa. La productora comunicó los nombres de los 18 elegidos. Y él no estaba entre ellos. "Fue todo muy raro, ¿si ya estaban elegidos esos por qué meten a otros 82? Hubo mucha gente que dejó trabajos y vida personal porque ya nos habían dicho que éramos concursantes oficiales de Gran Hermano. Seguro que si lo explican primero mucha gente va a vivir la experiencia de los tres primeros días pero ya sabiendo que no iban a entrar", argumenta el gijonés, que no entiende "las razones que llevaron a hace así las cosas: ese día hubo lágrimas y lamentos y decidí dejar de ver el programa y romper todos los contratos que tenía de representación para ir de comentarista y hacer otras cosas", concluye.