Un periquito campeón escucha la radio, se depila, recibe baños con jabón de bebé y sales, y su pico y patas relucen con aceite de oliva. Con todos estos lujos prepara Pablo Pandiello para una competición a sus más de 200 pájaros en un local de Pumarín. El gijonés logró el domingo 19 medallas y el premio al mejor criador de periquitos en el III Concurso Internacional de Ornitología del Norte, celebrado Irún. El secreto de su éxito no es otro que "ilusión" y "trabajo". El entrenamiento de sus aves implica una dieta especial de engorde o de adelgazamiento, según el caso: pasta de cría, mixtura, avena pelada y piste de canarios.

Pablo Pandiello pertenece a la élite mundial del periquito. Y pocas personas miman tanto como él a un pájaro. Su labor como criador empieza nada más que nacen con la selección de los mejores ejemplares: "Cuando hacen la primera muda, ya ves los colores y el tamaño. En función de ello, lo separas en jaulas individuales". Comienza así la preparación de los periquitos de concurso con baños relajantes "cada dos o tres días". "Con una brocha los baño con sales y jabón de bebé. Esto es para que el plumaje quede más esponjoso", explica con detalle. Al mismo tiempo que van al "spa", los pájaros de Pandiello tienen como deberes acostumbrarse al ruido humano. Para ello, el gijonés les pone la radio. Y los periquitos tan pronto siguen un debate sobre la crisis catalana como una tertulia sobre incendios forestales. "Tienen que acostumbrarse al bullicio de un concurso y a oír hablar a la gente", aclara.

Este aspecto es especialmente importante en el caso del periquito inglés. El jurado no valora tanto su colorido -como sí sucede con el australiano- como su "armonía", es decir, permanecer quietos, sin revolotear en la jaula. Gracias al entrenamiento de la radio, el criador gijonés consiguió en el III Concurso Internacional de Ornitología del Norte uno de sus periquitos obtuviese una puntuación de 94 sobre 100. "Eso es lo no va más. Es muy difícil lograrlo, porque ningún pájaro es perfecto", asegura. Estas aves suelen adoptar la postura denominada "crestear", que consiste en reclinar la cabeza hacia adelante, de tal forma que prácticamente no se le vean los ojos.

Los preparativos culminan la noche anterior al concurso. Pandiello les unta las patas y el pico con aceite de oliva "para hidratarlos" y también les depila. "Perfecciono con una pinza la zona collar, ya que solo pueden tener para un certamen tres manchas negras a cada lado, que se denominan perlas. Normalmente nacen con siete u ocho", explica. Tras el triunfo de este fin de semana, el gijonés ya tiene la mirada puesta en diciembre para participar en el campeonato nacional en Talavera de la Reina, a donde llevará diez periquitos.